Estamos a un “plis plas” del inicio de la Semana Santa. Miles de cofrades en pueblos y ciudades con tradición procesionista iniciaron la cuenta atrás para poner en la calle, a partir de este próximo viernes 8 de Abril, Viernes de Dolores, tronos y pasos tras dos años “en blanco” por la pandemia. Han andado ultimando detalles, repaso de vestuario, ensayos generales y costureras dando los últimos repasos.

Guste o no guste es un buen trozo de población que mueve a miles de personas en nuestra cultura española y también al turismo religioso. Previamente, a lo largo del último mes, las distintas cofradías se pusieron de gala poniendo su reloj en marcha atrás, con los más bellos pregones en torno a esta “Semana” que se nos avecina. Se ha buscado un buen fin para una buena causa: invitar a algún personaje de importancia y que les ayudase a ensalzar una vez más, el significado de sus cofradías y enfrentándoles exquisitamente al hoy, a un tirar hacia arriba de sus cofrades y amigos, a un resurgir y anhelar lo que dejaron desde el año anterior. Toda una riqueza artística en nuestras calles.

Un Partido Político no es costumbre, ni es “adecuado, en principio”, que realice un Pregón de cara a las fiestas próximas, pero cuando “esto o aquello” lleva mal camino y se ha tambaleado, no duden que se hace lo que haga falta con Pregones, Editoriales, Crónicas o lo que hiciese menester. El Pregón desde estas líneas, como el antiguo pregonero de los pueblos, juega entre el estirón de orejas hasta el subir las esperanzas de un pueblo español que anda en el olvido en temas que tienen su calado y, esta vez, por vez primera, pregonaremos sobre del miedo al compromiso. En tales fechas puede entrar perfectamente. Empezamos…

La Historia de España siempre ha estado ardiente, leal, fuerte, comprometida y audaz hacia el “compromiso”, cosa que hoy, su ausencia, es una realidad. La falta de virtudes humanas, soporte esencial, algo brilla por su ausencia.  En la familia, el trabajo, partidos políticos, para consigo mismo, etc, el compromiso ha caído de manera descarada y con fuerza. Hay miedo a ello, ¡bastante! Son muchos los que creen que su realización personal sólo se puede obtener dando satisfacción a sus deseos y observamos miedos atroces a cualquier tipo de compromiso, el matrimonio posiblemente el que más, pues lo consideramos como estorbo para nuestra libertad.

Realizando una mirada crítica y objetiva a nuestra sociedad occidental, observamos ciertas patologías que, como mínimo, deberíamos reconocerlas. Se observa que la persona cree que su realización personal sólo se puede obtener dando satisfacción a los deseos. Estamos por tanto ante un resultado de una sociedad altamente individualizada, donde el compromiso ha desaparecido prácticamente del mapa. ¿Hacia dónde nos conduce?

Claramente, nos lleva a una sociedad desvinculada, con un tejido asociativo debilitado y en muchos casos inexistente. Hay como una incapacidad de hacer todo aquello que es humanamente necesario. Incapacidad de educar humanamente a los hijos, desde la infancia a la adolescencia. Incapacidad de mantener una estabilidad matrimonial, que garantice un acompañamiento armónico de los hijos, para que desde el binomio de amar y sentirse amados, aprendan a tomar sus propias decisiones.

En esta Semana Santa que se nos aproxima, pensar por un momento que la persona es por definición un ser social y, en una sociedad sin vínculos, las personas se transforman en seres movidos por los egoísmos, hasta el punto de confundir su deseo con una necesidad, y esta falsa necesidad la convertimos finalmente en un derecho. Esta ideología de la desvinculación dificulta todo aquello que es necesario para iniciar un cambio.

¿Cuál? Un cambio que regenere el gusto por las relaciones interpersonales. Un cambio que humanice la sociedad poniendo a la persona en el lugar que le corresponde y, entre otras, porque la persona tiene la impresión de haberse convertido en una mercadería barata. También por el hecho de no sentirse representados por la clase política, y por supuesto  por el desencanto que produce ver unos poderes fácticos que mandan más que los gobiernos.

El cambio debería tener distintos niveles, Un primer lugar, personal. Reafirmando los vínculos con las personas y aflojando los vínculos con las cosas. Hemos llegado al extremo de amar las cosas y usar las personas, cuando debiera ser lo contrario. Más allá, pensar distinto no es ningún motivo para dejar de respetarnos. En el ámbito público también son necesarios unos cambios indispensables. No hacer de la política un deseo de poder, de fama, de revancha contra los adversarios, sino un deseo honesto de servicio al bien común. También la economía debiera cambiar de rostro. Una economía especulativa, cuyo objetivo es la acumulación de beneficios, no tiene humanamente futuro. Si verdaderamente deseamos salir del hoyo en el que nos hemos metido, hace falta tener imaginación y coraje.

Cuando las personas de buena fe se niegan a inclinarse ante los falsos dioses propuestos en nuestros tiempos no es porque tengan una visión anticuada del mundo. Por el contrario, es porque están libres de las ataduras de las ideologías, del parar y reflexionar, de no ser perezosos en pensar sobre uno mismo, de poseer alturas de miras, animados por una visión tan noble del destino humano, que no pueden comprometerse con nada que la pueda socavar.

En tiempos como los de hoy, opresiones externas e internas las tenemos y  hemos de sacar lo mejor de nosotros mismos, de cara a los demás, de cara al mundo transcendental. Toda una Hoja de Ruta maravillosa. ¿Veis como desde el mundo político, algo parecido a un Pregón de estos días es posible sacar adelante? El nazareno no debe ser de viernes de dolores a domingo de resurrección. El buen nazareno hace “camino al andar” cada día del año. ¡ Lo mismo es pedir mucho !

No nos olvidemos que España, aun como anda, está siendo desde hace unos años el plató del cine europeo. Los rodajes internacionales los ves por los rincones que menos podrías pensar. Trasladar al resto de Europa lo que hemos sido y lo que podemos ser, créanlo seriamente, podríamos ser una estrella,  un punto de ignición para el mundo occidental. Depende de cada uno de nosotros, depende de no mirar los toros desde las barreras. Debe estar de moda nuevamente “echarse a los ruedos”, signo será de haber perdido el miedo al mundo del compromiso. 

Buena y Feliz Semana Santa. 

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