RAMÓN MERCADER: EL ESPÍA ESPAÑOL DE STALIN QUE ACABÓ CON TROTSKY

Tras la muerte de Lenin, en el seno del Partido Comunista, y por ende, en la URSS, se abrió una lucha por el poder entre dos hombres: Josef Stalin y Léon Trotsky

Sección Histórica 01/05/2022 Carlos Llanas
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RAMÓN MERCADER

Tras la muerte de Lenin, en el seno del Partido Comunista, y por ende, en la URSS, se abrió una lucha por el poder entre dos hombres: Josef Stalin (miembro del Partido y del Gobierno con un papel discreto durante la Revolución de Octubre y la guerra civil) y Léon Trotsky (miembro del Partido y del Gobierno y héroe de la guerra civil por fundar y dirigir con éxito al Ejército Rojo). Aparte de una lucha de egos, esta también fue una batalla ideológica sobre el rumbo que debía tomar el Comunismo: Trotsky defendía la internacionalización del movimiento, pero Stalin no. Finalmente, esta batalla la ganaría Stalin en 1922, pero la sombra de Trotsky le seguiría molestando.

 El Exilio
Con el poder absoluto en sus manos, Stalin inició el proceso de convertir la URSS en una superpotencia y, de pasada, satisfacer su ego estableciendo una dictadura personalista: el Estalinismo. Durante ese proceso, Stalin y sus colaboradores atacaron, por todos los medios, la figura de Trotsky, acusándolo de múltiples cosas para ir apartándolo de cargos y del propio partido. Finalmente, en 1928 consiguieron que fuera deportado a Kazajistán y, un año después, desterrado definitivamente de la Unión Soviética que él mismo había ayudado a crear.

Tras ser expulsado de su país, Lev Davidovich Bronstein (nombre real de Trotsky), llevó un exilio/peregrinaje europeo. Primero se instaló en una isla cercana a Estambul (Turquía), luego se trasladó a Barbizon (Francia) y también pasaría una temporada en Noruega hasta que, en 1937, dio “el salto al Charco” para irse a México tras la persecución política que estaban sufriendo él y su familia por parte del gobierno estalinista en el viejo continente. En enero de 1937, gracias a la ayuda del pintor mexicano Diego Rivera, marido de Frida Kahlo, el político soviético se pudo instalar en una villa Coyoacán, cerca de Ciudad de México, conocida como la Casa Azul.

 El (casi) final de Trotsky
Entre 1937 y 1940, Léon Trotsky siguió criticando al gobierno de Stalin desde un lugar en el que era considerado una celebridad mundial. A pesar de todo ese reconocimiento, el pensador comunista vivía escoltado y recluido en su residencia. Por otra parte, Trotsky también dirigía desde allí un nuevo movimiento comunista, la Cuarta Internacional, pero sin mucho seguimiento. Aun así, a Stalin no le gustaba que Trotsky siguiera hablando, así que ordenó que lo silenciaran para siempre.

Con esta idea, en la madrugada del 24 de mayo de 1940, un grupo de 20 hombres, donde también estaba el pintor David Alfaro Siqueiros, ametrallaron la casa de Trotsky. A pesar de los más de 300 disparos que recibió la casa, nadie resultó herido de gravedad. Tras esta tentativa, la morada de Trotsky se fortificó y Stalin tuvo que cambiar de planes.

 El final de Trotsky
El dictador comunista decidió cambiar de planes y buscar una solución más sutil. De esta manera, Stalin se puso en contacto con el espía español Ramón Mercader. Mercader ya tenía un largo historial como espía al servicio soviético (hasta su madre había sido espía). Con la orden de acabar con Trotsky, Mercader se hizo pasar por Frank Jackson, un simpatizante comunista de origen canadiense que se hizo pareja de Sylvia Ageloff, hermana de Ruth Ageloff, una de las secretarias de Trotsky.

A partir de esta relación, Mercader pudo irse infiltrando en el círculo cercano del político para ganarse su confianza. Finalmente, el 21 de agosto de 1940, Mercader consiguió su objetivo: una reunión a solas con Trotsky para debatir sobre el borrador de un artículo sobre la URSS que se suponía que Jackson/Mercader quería publicar. Una vez estuvieron a solas, y aprovechando que Trotsky estaba de espaldas en una ventana para ver mejor el papel, Mercader sacó un piolet de montañismo con el mango recortado y le asestó un golpe en la cabeza al pensador.

Los guardaespaldas entraron en el despacho tras el grito de dolor de Trotsky y presenciaron la escena de un Mercader con el piolet y un Trotsky ensangrentado. Rápidamente, el líder comunista fue enviado al hospital de Cruz Verde, donde murió al día siguiente.

En el juicio, Frank Jackson fue condenado como Jaques Mornard. Bajo ese nombre, Ramón Mercader cumpliría condena hasta 1960, cuando regresó a la URSS y se le entregó la Medalla de Héroe de la Unión Soviética.

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