En una carta titulada “Confío en Pepe Griñán”, el expresidente Felipe González sorprendió al salir en defensa del referente de su partido condenado por desviar 680 millones de euros para favorecer al PSOE de Andalucía.

González esperó más de dos semanas para hablar del tema, pero en su texto muestra un firme y decidido apoyo al hombre que trabajó cinco años para él, primero como ministro de Sanidad (1992-93) y luego como titular de la cartera de Trabajo y Seguridad Social (1993-96)

“Mi compromiso con la Constitución Española siempre me ha llevado a acatar las decisiones de los tribunales, particularmente las del Tribunal Supremo. El fallo, sin que se haya dictado sentencia, que condena a José Antonio Griñán a penas de cárcel por malversación me ha llenado de perplejidad y dolor desde que se dio a conocer el 26 de julio”, comienza la carta. 

El expresidente deja bien claro la intimidad que tiene con el condenado, al permitirse tutearlo: “No conozco los argumentos que llevan a tres de los cinco miembros del Tribunal a condenar a Pepe Griñán, pero conozco a fondo a Pepe Griñán”.

En ese punto, González duplica la apuesta y declara que volvería a sumar al condenado a su gabinete si estuviera nuevamente en el poder: “Por eso quiero manifestar que, si pudiera designarlo hoy para formar parte de un Gobierno de España que yo presidiera, lo volvería a hacer. Por su competencia y capacidad intelectual, por su vocación de servicio público durante toda su vida para mejorar la vida de la mayoría y fomentar la convivencia en democracia y libertad, por su intachable integridad moral”.

El referente del PSOE va todavía más allá en su defensa y, aunque arrancó su carta diciendo que no conocía los argumentos del Tribunal que condenó a Griñán, invalida el dictamen judicial con un pretexto sentimental: “Mi convicción desde el conocimiento de la persona me lleva a considerar imposible que sea considerado culpable de un delito de malversación y, por tanto, injusto condenado a pena de prisión por ello”.

En pocas palabras, para el expresidente, Griñán es inocente de culpa y cargo solo porque él lo conoce y “sabe” que no podría hacer nada malo. Es decir, todos debemos creer en su palabra y no prestarle atención a la montaña de pruebas que compiló el jurado para dictar su pena.

Sin embargo, las palabras de González, llenas de sentimentalismo y sin ningún argumento sólido detrás (ni hablemos de pruebas legales), no debería sorprender a nadie porque siguen al pie de la letra la estrategia que el Partido Socialista (con el presidente Pedro Sánchez a la cabeza) usó desde que se conocieron las condenas a José Antonio Griñán y Manuel Chaves por desviar 679 millones de euros para consolidar la maquinaría política del PSOE en Andalucía a través de la corrupción y el clientelismo.

 Negar todo, siempre

 Aunque Griñán recibió 6 años de cárcel y 15 de inhabilitación para el ejercicio de cargos públicos; y Chaves, 9 años de inhabilitación por prevaricación; los referentes de su partido insisten en defender a ambos exfuncionarios como si fueran víctimas de un terrible malentendido o una gran conspiración.

Desde Polonia, donde asistía a la cumbre hispano-polaca, Sánchez marcó la estrategia que luego seguirían sus subordinados: “Yo creo que, en este caso, tanto en el de Chaves como en el de Griñán, podemos afirmar que están pagando justos por pecadores. No fueron acusados de haberse lucrado o haberse llevado un céntimo de euro o haber financiado irregularmente a formaciones políticas. No hubo enriquecimiento personal, tampoco hubo financiación de partidos políticos. Lo que sí hubo fueron dimisiones hace más de un lustro asumiendo sus responsabilidades políticas”.

Rápidamente se sumaron otras figuras del PSOE para decir que, en realidad, España debería estarle agradecida a Chaves y Griñán por la forma en que usaron el dinero que se les confió.

Juan Espadas, líder socialista de Andalucía, aseguró: “Fue un procedimiento que perseguía un fin social que permitió salvar buena parte del tejido producto y evitó que 6.000 personas fueran al paro”. 

Pilar Alegría, la nueva portavoz del PSOE, usó el mismo argumento: “Estos mecanismos lograron salvaguardar en Andalucía cientos de empleos y empresas en momentos de dificultad en una comunidad fuertemente golpeada por el desempleo”. 

Ahora, la aparición de González, con su extraña carta, llena de sentimentalismo y vacía de argumentos legales, parece indicar que el Partido Socialista Español está quemando las últimas naves que les quedan en su desesperado intento por recuperar la credibilidad que la condena de Chaves y Griñón les quitó ante los votantes, justamente a ellos, que durante décadas usaron como una de sus principales banderas políticas los ataques contra las causas por corrupción que manchaban a los funcionarios del PP.

Cómo dice una vieja canción: “Toda carta tiene contra, y toda contra, se da”, algo que el PSOE en general y Sánchez en particular, están comprobando hoy en carne propia cuando falta muy poco para las próximas elecciones.

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