Durante los últimos treinta años, ha sido bien sabido que la edición de genes causa consecuencias no deseadas. Los experimentos con animales, cultivos y ahora carnes sintéticas han estado arrojando aberraciones inesperadas. Los experimentos con terapia génica en humanos son perseguidos por fracasos.

Tanto las aberraciones como los fracasos se traducen correctamente en la palabra de seis letras «muertes». La palabra inesperado también es un mal uso del idioma inglés. Debería haber utilizado «inevitable » porque eso está plenamente corroborado por la experiencia pasada.

Hace trece años, los desastrosos experimentos genéticos en vacas ya estaban en pleno apogeo aquí en Nueva Zelanda ("NZ") patrocinados por el gobierno. Las vacas genéticamente modificadas nacieron con ovarios que crecieron tanto que causaron rupturas y mataron a los animales. Se formaron cuando el código genético humano inyectado en una célula de vaca se agregó a un óvulo del ovario de una vaca y se colocó en el útero de una vaca.

A pesar de este desastre, bajo los permisos emitidos posteriormente por la Autoridad de Gestión de Riesgos Ambientales de Nueva Zelanda en 2010, AgResearch fue autorizado a poner genes humanos en cabras, ovejas y vacas durante un período de 20 años para ver si los animales pueden producir proteínas humanas en su leche. Los científicos de AgResearch esperaban que la inserción de partes del código genético humano permitiera a los rumiantes producir leche que contuviera proteínas que pudieran usarse en aplicaciones médicas humanas.

Una investigación del Ministerio de Agricultura y Silvicultura ("MAF") encontró deformidades y problemas respiratorios entre los animales en la instalación, algo sobre lo que AgResearch había sido abierto, diciendo que era un subproducto previsible del proyecto. En otras palabras, sabían de antemano que todo iría a natillas.

Un Dr. Suttie de AgResearch dijo que la raíz del problema con las vacas era que los genes FSH humanos habían afectado a todo el ternero y no solo a las glándulas mamarias, como se pretendía, un problema que no apareció en los ensayos en ratones. Él resumió:

"Esto no estaba destinado a suceder. Pero, sin rodeos, de esto se trata la investigación".

Cuénteme al respecto, visité una instalación de pruebas farmacéuticas, como lo hice a principios de la década de 2000, y encontrará incineradores gigantes de alta temperatura construidos para acomodar los errores (para los errores lea animales mutilados).

Un amigo mío, Michael Antoniou, PhD, en una entrevista de octubre de 2022 con The Defender, está de acuerdo, afirmando que, "de forma innata, la edición de genes también puede provocar daños involuntarios en el ADN ... incluso en el sitio de su edición prevista o en cualquier otro lugar del ADN de sus células objetivo, con consecuencias posteriores desconocidas".

Un informe publicado en elJournal of Genetics and Genomicsen 2020 encontró que la edición de genes CRISPR en el arroz dio lugar a numerosas mutaciones involuntarias e indeseables dentro y fuera del objetivo.

Antoniou describió esto como "un grave descuido, porque sabemos que la edición de genes no es precisa ... la evidencia está ahí para demostrar que siempre tendrá daños involuntarios en el ADN además de lo que desea ... todo un espectro de daño involuntario en el ADN que se acumula en los múltiples pasos del proceso de edición de genes".

Antoniou debería saberlo, ha estado investigando la terapia génica en el prestigioso King's College de Londres durante décadas. Su conclusión: en este momento no es ni seguro ni efectivo. Entre los investigadores calificados, su opinión no es un caso atípico, es la norma, pero lo que hace que Antoniou sea inusual es que está preparado para hablar públicamente.

Cuando se reinició la investigación de ganancia de función en 2017 y a la primera señal de que Pfizer y otros iban a acelerar la producción de vacunas de ARNm, casi todos en el campo de la terapia génica deberían haber gritado "NO" desde los tejados. No lo hicieron. Muchos fueron cómplices, algunos se sentaron en sus manos y en su mayoría todavía están sentados en sus manos incluso ahora, a medida que se acumulan pruebas de daños graves.

Al igual que los pobres terneros de Nueva Zelanda cuyas vidas fueron mutiladas y truncadas por un experimento biotecnológico, las personas están cayendo muertas repentinamente o muriendo lentamente de una enfermedad "inesperada". Aun así, nadie con autoridad quiere saber. De hecho, se están duplicando.

En el último recuento, 93 médicos han muerto en Canadá durante la pandemia, muchos de ellos jóvenes, peroel Colegio de Médicos y Cirujanos de Ontario ha emitido consejos a los médicosalentándolos a insistir en que sus pacientes estén vacunados, diciendo:

"También es importante que los médicos trabajen con sus pacientes para manejar las ansiedades relacionadas con la vacuna y no permitir el comportamiento de evitación. Por ejemplo, para el miedo extremo a las agujas (tripanofobia) u otros casos de preocupación grave, el uso responsable de medicamentos recetados y / o la derivación a psicoterapia pueden ser opciones disponibles.

Por lo tanto, los no vacunados deben ser sometidos a un tercer grado psicológico o restricción química.

De una vez por todas, los que tienen autoridad parecen ignorantes y/o confundidos acerca de la conocida propensión mutagénica de la biotecnología. La modificación genética es peligrosa, muy peligrosa y casi imposible de contener, y ciertamente imposible de recordar. Si durante los últimos tres años no has aprendido eso, debes tener una mente muy cerrada, un deseo de muerte determinado, una codicia imprudente o tomar una alegría antinatural en la tortura.

Aquellos que conocen los peligros de la biotecnología, que han emprendido investigaciones sobre la ganancia de función o se han involucrado en el proyecto para inyectar experimentalmente a toda la población mundial instrucciones novedosas que anulan complejos procesos genéticos naturales, o que simplemente han guardado silencio, son, solo hay una palabra para ello, culpablespor acción u omisión.

Es hora de cerrar las puertas de los laboratorios biotecnológicos que juegan con patógenos mortales, las cubas biotecnológicas y las filosofías de «nos atrevemos». Es hora de cerrar los miles de millones de dólares de fondos gubernamentales e inversiones comerciales. Es hora de cerrar la puerta a la participación militar. Es hora de insistir en que los medios digan la verdad sobre los peligros y los corruptos verificadores de hechos dejen de ocultarla. Las alternativas son demasiado apocalípticas para contemplarlas.

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