Fue en Orán, Argelia, en 1957, cuando la vi, la película de Raul Walsh, LA ESCLAVA LIBRE, con una Yvonne de Carlo tan femenina como Tina, cuando ya la conocía. Y algo menos machista Clark Gable, y el bueno del negro culto, Sidney Poitier. Guerra civil norteamericana de fondo, el duelo a muerte por una mujer, la pintura de Goya, la matanza fratricida, maniqueísmo, castigado el pueblo, cientos de negros, una masa desorientada, vendida y comprada, y como telón la música y sus corales, himno de los que padecen las consecuencias del poder.

Se me aparece la España libre, pero  esclava, racismo político y corrupción, ya no tiene la izquierda, la mano en el corazón, tan cerca. Los guapos, los otros, los Gables que se ventilan a la bella nación, en  la cama del pasado, acostumbrados al derroche de la libido, solo se mueven en el cuarto perfumado del  semen eterno.

No, no me he vuelto loco, bueno, sí, un poco, aunque suene a pareado. No importa, es lo normal entre tantas pandemias y patologías políticas cuando se pisotea el ESTADO DEL DERECHO, imprescindible en una democracia indefinida. Se fueron los cien años de honradez y hasta los esclavos, proletarios sindicales, pagan  impuestos, lo cobran y los gastan a manos llenas, como cuando la famosa cooperativa de las miles de viviendas que no se  construyeron y Felipe echó una mano, miles de millones.

UGT no es un sindicato sino una ONG de directivos y afiliados del enchufe institucional. Compuesto por un centenar de piezas separadas, la macro causa de los ERE, el MAYOR CASO DE CORRUPCIÓN DE NUESTRA HISTORIA RECIENTE, INCLUYENDO EL FRANQUISMO, estaría incompleta sin los procesos abiertos en el Tribunal de Cuentas, unos procedimientos de reintegros por alcance con los que tratar de recuperar parte del dinero MALVERSADO en Andalucía, con gobierno regional del PSOE, repartiendo entre la clientela que sufragaban al partido y a los sindicatos de la democracia sojuzgada.

No se sabe aún si los cambios que se preparan en el Parlamento, en el Código Penal, servirán para salvar de la quema, no solo a los golpistas catalanes, sino así mismo a las bandas andaluzas. Ayer en la prensa de Madrid pudimos leer informes de miedo, y titulares de mareo y vergüenza: “El Tribunal de Cuentas encara los primeros juicios contra el sindicato horizontal por el DESVIO DE FONDOS PÚBLICOS.

Enjuician a UGT por saqueo de millones» Ya hay cárcel para algunos, entre ellos Griñán, pero faltan más en la trena de esta nación libre pero aún esclava. Leguina, el pobre, cree en un PSOE distinto, el de siempre, el antiguo de los cien años de honradez. Error, Pedro Sánchez dejará al gran partido, histórico, contaminado con el veneno del populismo de origen latino. Tiembla Yvonne de Carlo. Tratan de violarte. E Irene no se entera. Y pregunto con humildad de ángel caído ¿y los delincuentes comunes, reclusos, no tienen derecho a piedad seráfica, la populista?

EPÍLOGO. - En tiempos de Alfonso Guerra –humano en las distancias cortas, lo sentí– los díscolos eran advertidos, era otra época, ahora son irrecuperables, como el protagonista de LAS MANOS SUCIAS, de Sartre. Ese partido ya no existe, y por eso Corcuera y Vázquez se fueron, solo queda Felipe González, el pensador, oyendo sobre el terreno, como los indios de LA DILIGENCIA, pero se irá si el Estado de Derecho lo ahorcan, los populistas, a los que Pedro Sánchez los utiliza hasta que tenga una encuesta segura.

Leguina, la única vez que el PSOE gobernó en Madrid, es un toque de atención. Lo han expulsado no por su amistad con Ayuso, política, sino porque ha criticado a su partido, ahora sanchista. Es un escarmiento o una depuración, una purga del más puro estilo marxista. La socialdemocracia se ha agotado, y Bruselas toma nota, algo raro se mueve en España, y no augura nada bueno. Fríamente explicado.

También lo hizo Aznar en el PP, y el partido comunista con Santiago Carrillo que intentó modernizar al viejo comunismo, como en media decena de naciones europeas, y cuando el abuelo se muere dejando herencia.

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