Al presidente del Gobierno, la foto de Oriol Junqueras y Carles Puigdemont por primera vez juntos después de cuatro años, le ha pillado fuera -en Letonia, de gira por los países  bálticos- y sin ganas de decir nada que no haya dicho hasta ahora. 

Frente a la supuesta novedad que pueda suponer el reencuentro el Waterloo de los líderes independentistas, Sánchez ha optado por su discurso de siempre. "El independentismo tiene que aprender de sus errores y abrir el diálogo con Cataluña", ha sugerido, sin referirse ni al líder de ERC recién salido de la cárcel ni al de JunsxCAT que sigue refugiado en Bélgica.

La invitación de Sánchez ha sido más bien para el Govern catalán, al que ofrece todo el apoyo de Moncloa para superar el drama de la crisis provocada por la pandemia, Y al que insta a mirar hacia adelante para superar "el desgarro" que supusieron la declaración de independencia unilateral y el referéndum ilegal de 2017. Cataluña y España no se merecen "seguir anclados en 2017", ha sido su expresión.  

"La posición del Gobierno es clara. Tenemos la agenda del reencuentro. Por eso hemos tomado medidas de gracia, y miramos hacia adelante", ha señalado el presidente, poniendo el ejemplo que los últimos movimientos de su gobierno quieren hacer ver que "nos necesitamos todos y que contamos con todos".

Su propuesta ha vuelto a ser la del "diálogo en Cataluña" para abordar problemas "urgentes/importantes". Lo ha dicho así, citando la barra de enmedio, y poniendo como ejemplos la salud, la reincoporación al trabajo tras un Erte, la incertidumbre de saber si uno se podrá ir o no de vacaciones... "Las cuestiones que importan", ha dicho, "a la sociedad". De la foto de Waterloo, ni mención.