Y con esto poco a poco y abrigándonos pasan y pasan las semanas llevas de incertidumbres que de tanto repetirse ya se convierten en certidumbres y por lo tanto en rutina. Cosa que puede resultar peligrosa para la especie humana, pues cunado la miseria, el crimen y la traición son cotidianas y aceptadas, la depravación pasa al lugar de un automatismo repetitivo que nos convierte en borregos al servicio <<de lo que bien vino a llamar un triste y espero que pronto olvidado personaje de la política contemporánea>> ¡La casta!

     Una casta, industria diría yo, que unas veces dice una cosa y otras dice otra; aquí dice sí y allí dice no; ahora dice que va a hacer y mañana dice que no es conveniente; cuando le interesa dice que si se puede y cuando cobra dice que no; cuando están en la oposición dicen que hay que hacer y cuando gobiernan o se olvidan o simplemente no lo hacen.

    Una casta democrática que fulmina el principio constitucional de la igualdad, concedido pensiones de 7.500 € entre ellos mientras viudas y pensionistas apenas alcanzan los 500, y que se suben los sueldos sin escrúpulo alguno mientras congelan los de los demás, y no perdonan ni el IPC a los que menos cobran, ni el IRPF a los pensionistas obligándolo a tributar fiscalmente por un rendimiento del trabajo que ya no tienen porque lo pagaron durante toda su vida laboral. 

    Tantas y tantas teorías hemos leído y escuchado, todas dirigidas a dominar o acabar con la especie humana, y sin embargo la especie ya está dominada y casi acabada. Pero lo peor es cuando el dominador es cobarde y le bastan unos contenedores incendiados o una semana de huelga para conceder lo que justamente se exige y el único camino de pedirlo es la protesta. 

     Hemos visto como un gobierno que asfixia a los obreros, cuando se le quejan se pone de parte de ellos y echan la culpa a otros. Como cuando los policías y guardias civiles reclaman, “otros” los que les negaron equiparar sus sueldos con mossos y ertzainzas ahora encabezan sus manifestaciones;

los que se tragan la injusta y partidaria “ley histérica” donde solo desentierran los muertos que les interesa tanto que hablan, debe ser entre comidillas, cuando los que ya estuvieron en el gobierno no la derogaron por miedo a que les llamaran franquistas.

Pero qué le vamos a hacer si en una guerra de la que ya nadie puede testimoniar, cuando descargaron sus armas contra los muros de los cementerios y atravesaron los pechos ya fueran de rosas o de margaritas, ahora parece que su sangre era distinta si eran de chequistas o de monjas de clausura.

      Y ahí se va quedando una España insana políticamente, donde los que no ha tanto de esto asesinaban por la espalda, ahora consiguen más en presupuestos con sus escasos escaños que con la goma 2, escasos pero complementarios a los que al PSOE de Sánchez le faltaba para su egocéntrica y ruin vida.

Para mí que en mi vida militar sufrí destino en San Sebastián y sentí de cerca las vibraciones de estos hijos de perra, cuyo principal argumento era su nueve parabelum y los coches bomba, y ahora veo como todos los votantes de Sánchez ¡Y digo de Sánchez no digo del PSOE! que sin ningún rencor ni rabia, pero sí con mucha tristeza que de alguna manera también se manchan las manos de sangre, de las que los españoles de las dos Españas de Machado, que era la de nuestros abuelos de una u otra, ya las teníamos limpias desde hacía más de ochenta años.

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