Si la mejor herramienta de gobierno es el «Miedo» —cosa que ha quedado ampliamente demostrada—, su complemento ideal es el “Etiquetado” social. Asignatura de parvulito en política rastrera y demagogos empoderados a gogó. Esta banda ancha de maniobra gratuita en el gobierno de un pueblo, está cada día más justificada por y para el bien general. Los políticos se limitan a ‘catalogar’ a todo quisque diferente a su proyecto de gobierno o que pretenda un dialogo y haya lugar al consenso.

La discrepancia, el anti-convencionalismo, la evolución y crecimiento de pensamiento, o simplemente la imaginación fuera del establishment, generan una avalancha de críticas, embates, acoso y ataques contra el disidente que ve su argumento ninguneado, incluso acribillado, por la tercera mejor herramienta de manipulación de masas: La «Ignorancia».

Esa ignorancia y la mediocridad activas, quinta esencia del redil de los borregos, es tan fácil de teledirigir contra los replicantes, que al ladrido del perro pastor los cabestros salen en estampida sin calcular las consecuencias. Ese es el caldo social que tanto se mima y conserva para la dulce maniobrabilidad en la gobernanza. Aún a sabiendas que los modelos de izquierda y derecha están rancios y obsoletos, se empeñan en mantenerlos vivos cual zombis de un pasado lejano, ya superado, que deja en evidencia la talla política del personal. Dicen que los pueblos tienen los gobiernos que merecen. Ahora, tras muchos años de defensa del contrario, me vais a permitir que asienta con toda la rotundidad de la evidencia.

No solo tenemos los políticos que merecemos, incluso, mucho nos dan para lo que somos; porque si vamos por la vida cual rebaño de dóciles borregos, lo más lógico es que nos traten a estacazos. Y las manadas de lobos son muy conscientes de ello. Por eso, lanzan dentelladas a placer en los garrones del ganao lanar y nadie rechista siquiera. Poco nos pasa para tanta leña que tentamos. El silencio de los borregos nos trae todo, menos lo bueno.

Pero es lo más cómodo para vivir en la higuera. Seguir las consignas del pastor aunque sea un lobo cabrón de orejas tiesas. Es nuestro lobo cabrón y nos defiende de todo mal en esta selva lobos cabrones. Por eso, aceptamos el etiquetado sin resollar. Marcados para la feria de los miserables, tatuados en la frente vacía nos marcan como borregos azules celestiales, rojos carretilleros, naranjas en el ocaso de los ídolos, verdes primaverales o lilas astutamente alelaos. Sin contar los sub-matices y mezcolanzas del pintor de sables, mafias y matanzas. Y ya está: cada mochuelo en su olivo, cada zopenco en su pesebre, cada marrano es su cochiquera, cada borrego en su pira funeraria.

Trincheras, etiquetas, banderas, cornos, corvos y trompetas para salir a las calles y liar la «fiesta». Es la genialidad del sistema. Dividir y dividir la gleba. Enfrentar a las masas entre ellas. Así nunca se plantearán la posibilidad de juntar sus fuerzas. Nunca lucharán contra los lobos y los perros o las reglas que los aprietan, y más que aprietan, y esclavizan y masacran, y revientan!!.

Me encantan las etiquetas, sí, por los cojones!. Se ven por todos lados: banderitas, pulseritas, pins, gorritas y zamarritas de trifulca contra la libertad de conocimiento, consciencia y la propia existencia…

Hola, me llamo tal y soy un gilipollas del pass in blues.
Hola, qué tal cabrón, me llamo cual y soy otro subnormal del paso rojucio colorao.
Coro: ¡¡A muerte, es la guerra, a por ellos!! ¡¡que son pocos y muncho borregos!!
Veis que fácil se nos gobierna… Entre tanto, arriba, en el Olimpo de los que mandan, maman y nos desbaratan la subsistencia, un lacayo de etiquetas pasea la bandeja con las entrañas, los redaños y el corazón de los sin cielo… y «Si no nos dejan soñar, no les dejaremos dormir»… ¡¡SÍ, POR LOS COJONES!!

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