Una mafia mueve los hilos de Pedro Sánchez

Ciertamente, la sed insaciable de riqueza puede generar muchos males, pero no es el vicio más peligroso que padece la humanidad. Hay un vicio mucho peor: la sed de poder

Noticias 17/11/2023 Elentir
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Sanchez

Hay mucha gente que cree que la riqueza es el vicio por excelencia de la humanidad, el vicio más capaz de corromper a una persona.

Ciertamente, la sed insaciable de riqueza puede generar muchos males, pero no es el vicio más peligroso que padece la humanidad. Hay un vicio mucho peor: la sed de poder, a menudo vinculado a la sed de riqueza, pero no siempre. La posibilidad de dominar a otras personas y manejarlas a nuestro capricho es una tentación que padecemos desde nuestra infancia y contra la que se dirigen (o deberían dirigirse) muchos de los esfuerzos a la hora de educar a un niño.

Los casos extremos de ser de poder se dan entre aquellos que disfrutan de él en mayores dosis: los gobernantes. El daño que puede hacer un gobernante sediento de poder es grandísimo, y por eso la humanidad se ha preocupado por poner límites al poder político. Sin embargo, hay una forma de ejercer el poder que es difícil de limitar porque se ampara en el secreto: un ejemplo es la mafia, que es capaz de hacer cualquier cosa con tal de someter a los demás a sus deseos.

Ayer, en el comienzo de la sesión de investidura en el Congreso de los Diputados, salieron a la luz la actitud mafiosa de algunos políticos españoles, una actitud que hasta ahora se había amparado en el secreto de una negociación perversa en la que Sánchez y su Partido Socialista han mercadeado con nuestro Estado de Derecho para obtener los apoyos necesarios para mantenerse en el poder.

Este miércoles, muchos españoles habrán asistido perplejos al espectáculo bochornoso de políticos separatistas que amenazan al gobierno y presumen de someterlo a sus caprichos, y todo ello a cambio de un apoyo para la reelección cuya factura pagaremos todos los españoles, y no sólo en forma de impuestos, sino también en pérdida de libertades.

 Tengo 47 años y nunca imaginé que un político se dejaría humillar como lo hizo Pedro Sánchez ayer a cambio de conseguir su reelección. No tuvo reparos en ser tratado como una simple marioneta por unos diputados separatistas que han hecho con él una exhibición de dominación y que presumen de ejercer ese control sobre él, sin ningún disimulo.

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Si yo fuese votante del PSOE, sentiría una mezcla de asco y de rabia al ver como el líder socialista se dejó mangonear por quienes odian a España, por quienes tienen como único fin sembrar la discordia y destruir la convivencia entre los españoles. Una mafia que ni siquiera se molesta en ser discreta: le gusta exhibir su poder.

Hay que decir que Pedro Sánchez y sus compañeros de partido no me dieron ninguna pena. Los socialistas llevan décadas exhibiendo un comportamiento mafioso en España, abusando de su poder, apropiándose de toda clase de instituciones públicas y poniéndolas al servicio de sus intereses partidistas y particulares, sin ningún disimulo.

Lo que ayer vimos en el Congreso es una mafia exhibiendo su control sobre otra mafia, una escena patética y vergonzosa que deja al descubierto la escoria política a la que estamos sometidos los españoles.

Hago hincapié en eso último, por si a alguien le divierte ver a mafiosos exhibiendo sus fantasías de dominación entre sí, en la que se suponía que era la sede de la soberanía nacional, en un Congreso en el que los ciudadanos no éramos los súbditos, sino los representados.

A partir de ahora eso se acabó. La humillación que los socialistas sufrieron ayer a manos de sus amos separatistas es sólo un leve reflejo de una humillación mucho más grande: la que vamos a sufrir millones de españoles por parte de los mayordomos socialistas de la casta separatista.

El servilismo que Sánchez exhibió ayer será compensado con más dosis de dominación sobre sus subordinados, empezando por sus compañeros de partido y terminando, en una larga sucesión de lameculos, en el eslabón aparentemente más débil de la cadena: el pueblo español.

Y digo el más "aparentemente más débil" porque Sánchez tiene a su servicio todas las herramientas de coacción del Estado, unas herramientas que no duda en utilizar contra el pueblo, como se está viendo estos días en las calles de Madrid.

Sin embargo, un pueblo de hombres y mujeres libres sólo es débil si se deja doblegar por un tirano, si se deja dominar por el miedo y renuncia a defender su dignidad y su libertad a cambio de que el poder no fije su incómoda vista en él.

Pero muchos españoles hemos dejado claro que no estamos dispuestos a vivir de rodillas ante ningún tirano, y menos aún ante un miserable que ha comerciado con la unidad de nuestra Nación y con los pilares de nuestra democracia para seguir en la poltrona. Sánchez puede tener muy claro que esta rebeldía ciudadana va a continuar, y cada día de esta legislatura se le va a hacer más largo que un mes de la legislatura pasada. Esto sólo ha sido el comienzo.

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