Con respeto hacemos un juicio crítico sobre la Iglesia católica, a escala global, tan influyente en  todos los campos de las actividades humanas, y hasta de la naturaleza.

Hemos colgado este pasado jueves un análisis cargado de buena voluntad, opinable y cierta carga de escepticismo, arrancando desde los problemas españoles y el populismo que ha llegado hasta el Vaticano de la mano de dos argentinos, Francisco y el cardenal Fernández, con una agria réplica de los obispos africanos, los más conservadores, quién lo diría, sobre problemas sexuales más comunes, y en el ala europea, los alemanes, holandeses, austriacos y franceses.

Pidiendo una reforma seria, profunda y ecléctica de la doctrina cristiana, desde la Biblia a nuestros días, para evitar otro CISMA DE OCCIDENTE, una brecha que quemaría una institución clave en la vida de más de mil millones de seres humanos, como ocurrió desde  el Concilio de Trento y la involución protagonizada por Lutero que dio paso a la grey de los protestantes, aunque antes Inglaterra rompió con el Vaticano por una cuestión de faldas de la monarquía británica.

La crisis de la iglesia católica es un hecho, está ahí y es palpable, este Papa está tratando de resolver cuestiones muy delicadas y como vive una época de transición, le toca mediar con dificultades, venganzas palatinas y contestación radical de los dos extremos.

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También en España la tormenta ha estallado con más ruido que nueces, viene de lejos, de siglos, cuando nuestro país acudía a todas las guerras, casi siete siglos de la dominación musulmana con sus guerras civiles cristianas, y las de Europa, desde el reinado de los Reyes Católicos, hasta la última, la de la década de los treinta del pasado siglo XX.

Es verdad que la Iglesia de hoy está desarrollando una fuerte labor social y misionera sin embargo  necesita una catarsis, y profundizar en unos dogmas  superados, propios de  aquellos años de expansión, y la urgente necesidad de una modernización en el mundo del clero.

No es sostenible el celibato y la marginación femenina cuando los seminarios y los conventos andan vacíos, hasta los monasterios cargados de cultura y sabiduría. Vivimos en una NUEVA ERA en la que ya se acepta la existencia de dios con argumentos científicos como se ha debatico recientemente en Francia.

La crisis es grave tendiendo a  muy grave, que con la delicada salud de Francisco, empeora. Quizás el Espíritu Santo no sea el  mejor remedio, porque tres es una multitud, salvo en el cielo.

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