En el balance de legislatura que realizó el mentiroso compulsivo Pedro Sánchez el pasado miércoles 31, se refirió, con orgullo, al Ministerio de Sanidad.

A partir de esta afirmación se ha diseccionado la gestión que ha hecho la Ministra de Sanidad, la comunista Mónica García, ¿Conclusión? Fracaso, demagogia, ineptitud e incompetencia. Veámoslo:

Lista de fracasos e incumplimientos
En primer lugar, Mónica García no ha resuelto ninguno de los principales problemas que demandan los profesionales sanitarios. En este contexto, Miguel Lázaro, presidente de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos afirmó que eran numerosos los temas «que este otoño deben ser abordados».

Lázaro enumeró las cuestiones pendientes desatendidas por Mónica García en estos más de ocho meses desde que fue nombrada Ministra: Un plan nacional para recuperar la atención primaria; negociar un convenio nacional para los médicos internos residentes; y reorganizar las guardias de veinticuatro horas para lo que, aseguró, «la falta de médicos es un hándicap».

Mónica García tampoco ha preparado un plan de contingencia para paliar la falta de profesionales sanitarios que tiene lugar en verano a consecuencia de las vacaciones estivales. Si bien la líder de Más Madrid se fijo como objetivo, al ocupar su puesto, el refuerzo de la atención primaria, no ha ofrecido ninguna solución a las Comunidades Autónomas, que ya el pasado mes de diciembre comenzaron a reclamárselo.

La última inversión del Consejo de Ministros para este asunto ha sido de cuatro euros por habitante, además de destinar a Cataluña el diecisiete por ciento del presupuesto total. Son insuficientes las medidas del Gobierno de Sánchez, pues las estimaciones de cara a este verano son de un déficit de tres mil especialistas de familia y ochocientos pediatras.

José Polo, Presidente de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), afirmó que la actuación del Ministerio de García pretendió llegar en junio, «ya cuando se han encontrado con el problema y sin hacer una planificación anual». El modus operandi de Mónica García consistió, según cuenta, en reunir entonces a las consejerías autonómicas «y echarles las culpas a sus servicios de salud».

Para José Polo, la gestión de la Ministra de Sanidad ha consistido en «más sombras que luces». Lo resumió todo como «muchas promesas y muchos brindis al sol». Demagogia y palabrería, pero nada de nada.

Y, por supuesto, la Ley ELA continúa todavía paralizada; en gran medida, porque las enmiendas presentadas, continuamente, por PSOE y Sumar están complicando que las tres proposiciones de ley que, actualmente, se encuentran en la Comisión de Derechos Sociales del Congreso se puedan unificar en un único texto.

Desde la Asociación Española de Esclerosis Lateral Amiotrófica denuncian que tan solo el seis por ciento de los que sufren esta enfermedad pueden hacer frente a los innumerables gastos que implican los cuidados que necesitan.

Jordi Sabaté, enfermo de ELA y uno de los mayores activistas en defensa de una ley que proteja a quienes padecen esta enfermedad,  recordó a las «más de tres mil personas enfermas de ELA en España que, desde la primera vez que se votó a favor de la proposición, han muerto sin la posibilidad de elegir vivir por no poner en vigor la ley». Además, aseguró que la situación que viven es «inhumana y antidemocrática».

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