La emergencia del mpox
La Organización Mundial de la Salud (OMS) actuó como se esperaba la semana pasada y declaró al mpox como una emergencia de salud pública de importancia internacional (ESPII).

Así, un problema que afecta a un pequeño número de países africanos y que este año ha matado a casi la misma cantidad de personas que mueren cada cuatro horas por tuberculosis ha llegado a dominar los titulares internacionales, lo que está generando muchas críticas en círculos de médicos y científicos por la postura de la OMS .

La OMS simplemente están siguiendo un guion escrito por sus patrocinadores.
Si bien las críticas están justificada, en su mayor parte están mal dirigida. La OMS y el comité de emergencia del Reglamento Sanitario Internacional (RSI) que convocaron tenían poco poder real: simplemente están siguiendo un guion escrito por sus patrocinadores.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de África , que declararon el estado de emergencia un día antes, se encuentran en una situación similar.

La MPOX es una enfermedad real que requiere soluciones locales y proporcionadas, pero el problema que pone de manifiesto es mucho más grave que la MPOX o la OMS, y comprenderlo es esencial para solucionarlo.

La Mpox, antes llamada viruela del mono , es causada por un virus que se cree que normalmente infecta a roedores africanos como ratas y ardillas. Con bastante frecuencia se transmite a los humanos y entre ellos. En los humanos, sus efectos varían desde una enfermedad muy leve hasta fiebre y dolores musculares, pasando por una enfermedad grave con su característico sarpullido y, a veces, la muerte.

Las distintas variantes, llamadas “clados”, producen síntomas ligeramente diferentes. Se transmite por contacto corporal cercano, incluida la actividad sexual, y la OMS declaró una situación de salud de emergencia de importancia internacional hace dos años para un clado que se transmitía principalmente por hombres que tenían relaciones sexuales con hombres.

Los brotes actuales se transmiten por vía sexual, pero también por otros medios de contacto estrecho, como el que se da en el seno de un hogar, lo que aumenta el potencial de causar daños. Los niños son los más afectados y sufren las consecuencias más graves, tal vez debido a problemas de inmunidad previa y a los efectos de la desnutrición y otras enfermedades.

La realidad en la República Democrática del Congo
La actual emergencia de salud pública de importancia internacional se debió principalmente al brote en curso en la República Democrática del Congo (RDC), aunque se sabe que hay brotes en países vecinos que abarcan varios grupos.

Unas 500 personas han muerto por mpox en la RDC este año, más del 80% de ellas menores de 15 años. En ese mismo período, alrededor de 40.000 personas en la República Democrática del Congo, en su mayoría niños menores de 5 años, murieron de malaria. Las muertes por malaria se debieron principalmente a la falta de acceso a productos básicos como pruebas de diagnóstico, medicamentos antipalúdicos y mosquiteros insecticidas, ya que el control de la malaria sufre una falta crónica de financiación en todo el mundo.

La malaria es casi siempre prevenible o tratable si se cuentan con los recursos suficientes.

Durante el mismo período en el que 500 personas murieron a causa de la tuberculosis en la República Democrática del Congo, cientos de miles de personas también murieron en la República Democrática del Congo y en los países africanos vecinos a causa de la tuberculosis, el VIH/SIDA y las consecuencias de la desnutrición y el agua no potable.

La tuberculosis por sí sola mata a unos 1,3 millones de personas en todo el mundo cada año, lo que supone una tasa unas 1.500 veces superior a la de la tuberculosis en 2024.

La población de la República Democrática del Congo también se enfrenta a una inestabilidad cada vez mayor caracterizada por violaciones y masacres en masa, en parte debido a la lucha de los caudillos por satisfacer el apetito de los países más ricos por los componentes de las baterías , que a su vez son necesarios para apoyar la Agenda Verde de Europa y América del Norte.

Éste es el contexto en el que viven actualmente los habitantes de la República Democrática del Congo y de las poblaciones cercanas, que obviamente deberían ser los principales responsables de la toma de decisiones respecto al brote de mpox.

Una industria produce lo que se le paga por producir
Para la OMS y la industria de la salud pública internacional, el panorama es muy diferente. Ahora trabajan para un complejo industrial pandémico , construido por intereses privados y políticos sobre las cenizas de la salud pública internacional.

Hace cuarenta años, la mpox se habría analizado en contexto, en proporción a las enfermedades que están acortando la expectativa de vida general y a la pobreza y los disturbios civiles que permiten que continúen. Los medios de comunicación apenas habrían mencionado la enfermedad, ya que basaban gran parte de su cobertura en el impacto y trataban de ofrecer un análisis independiente.

Hoy en día, la industria de la salud pública depende de las emergencias . Ha pasado los últimos 20 años creando agencias como la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias ( CEPI ), inaugurada en la reunión del Foro Económico Mundial de 2017 y centrada exclusivamente en el desarrollo de vacunas para pandemias y en ampliar la capacidad para detectar y distinguir cada vez más virus y variantes.

Esto está respaldado por las modificaciones recientemente aprobadas al RSI.

Si bien la mejora de la nutrición, el saneamiento y las condiciones de vida proporcionaron el camino hacia una mayor longevidad en los países occidentales , esas medidas no encajan bien con un enfoque colonial de los asuntos mundiales en el que la riqueza y el dominio de algunos países se consideran dependientes de la pobreza continua de otros.

Esto requiere un paradigma en el que la toma de decisiones esté en manos de burócratas y corporaciones distantes. La salud pública tiene una desafortunada historia de apoyar esto, con restricciones a la toma de decisiones local y la promoción de productos básicos como intervenciones clave.

Así, ahora tenemos miles de funcionarios de salud pública, desde la OMS hasta institutos de investigación, organizaciones no gubernamentales, empresas comerciales y fundaciones privadas, dedicados principalmente a encontrar objetivos para las empresas farmacéuticas , robar fondos públicos y luego desarrollar y vender la cura.

Toda la nueva agenda contra la pandemia, demostrada con éxito en la respuesta al COVID-19 , se basa en este enfoque. Para justificar los salarios en cuestión es necesario detectar los brotes, exagerar su posible impacto y aplicar una respuesta basada en el uso de productos básicos y, por lo general, en vacunas.

Los patrocinadores de todo este proceso —países con grandes industrias farmacéuticas, inversores farmacéuticos y las propias compañías farmacéuticas— han establecido su poder a través de los medios de comunicación y el patrocinio político para garantizar que el enfoque funcione.

La evidencia de la intención del modelo y los daños que causa pueden ser ocultados eficazmente a la vista del público por una industria editorial y de medios de comunicación serviles, pero en la República Democrática del Congo, la gente que ha sufrido durante mucho tiempo la explotación de la guerra y de los extractores de minerales, que reemplazaron a un régimen colonial particularmente brutal, ahora también debe lidiar con los extractores de riqueza de la industria farmacéutica.

Abordar la causa
Si bien la mpox se concentra en África, los efectos de la salud pública corrupta son globales. La gripe aviar probablemente seguirá el mismo curso que la mpox en el futuro cercano. El ejército de investigadores a los que se les paga para encontrar más brotes lo hará. Si bien el riesgo de pandemias no es significativamente diferente al de hace décadas, existe una industria que depende de hacernos pensar lo contrario.

Como lo demostró el manual de estrategias para hacer frente al COVID-19, se trata de dinero y poder en una escala solo igualada por regímenes dictatoriales similares del pasado.

Contra la libertad de expresión
Los esfuerzos actuales en los países occidentales por denigrar el concepto de libertad de expresión, criminalizar la disidencia e instituir pasaportes sanitarios para controlar el movimiento no son nuevos y no están desconectados de la inevitabilidad de que la OMS declare la emergencia de salud pública de importancia internacional (ESPII). No estamos en el mundo que conocíamos hace veinte años.

La pobreza y las fuerzas externas que se benefician de la guerra, y las enfermedades que éstas propician, seguirán golpeando a la población de la República Democrática del Congo. Si se instituye una campaña de vacunación masiva , lo que es muy probable, se desviarán recursos financieros y humanos que podrían destinarse a amenazas mucho mayores.

Por eso, la toma de decisiones ahora debe centralizarse lejos de las comunidades afectadas. Las prioridades locales nunca serán comparables con aquellas de las que depende la expansión de la industria pandémica.

En Occidente, debemos dejar de culpar a la OMS y abordar la realidad que se desarrolla a nuestro alrededor. Los periodistas promueven la censura , los tribunales están al servicio de agendas políticas y se está demonizando el concepto mismo de nacionalidad, del que depende la democracia.

Una agenda dictatorial es promovida abiertamente por clubes corporativos como el Foro Económico Mundial y repetida por las instituciones internacionales creadas después de la Segunda Guerra Mundial específicamente para oponerse a ella.

Si no somos capaces de ver esto y no nos negamos a participar, entonces sólo nosotros mismos podremos culparnos. Estamos votando por estos gobiernos y aceptando un fraude evidente, y podemos elegir no hacerlo.

Para el pueblo de la República Democrática del Congo, los niños seguirán muriendo trágicamente a causa del mpox, de la malaria y de todas las enfermedades que garantizan el retorno de la inversión a empresas distantes que producen productos farmacéuticos y baterías.

Pueden ignorar las súplicas de los sirvientes de los Hombres Blancos de Davos que querrán inyectarlos, pero no pueden ignorar su pobreza ni el desinterés en sus opiniones. Al igual que con el COVID-19, ahora serán más pobres porque Google , The Guardian y la OMS fueron comprados hace mucho tiempo y ahora sirven a otros.

La única esperanza real es que ignoremos las mentiras y los pronunciamientos vacíos y nos neguemos a doblegarnos ante un miedo infundado. En la salud pública y en la sociedad, la censura protege las falsedades y los dictados reflejan la codicia por el poder.

Una vez que nos neguemos a aceptar cualquiera de las dos cosas, podremos empezar a abordar los problemas de la OMS y la inequidad que promueve. Hasta entonces, viviremos en este circo cada vez más cruel.

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