El descubrimiento del yacimiento de Turuñuelo en el año 2014 por un equipo de la Universidad Autónoma de Madrid dirigido por el Instituto de Arqueología del CSIC ha conseguido ampliar los conocimientos que poseemos sobre la cultura de los Tartessos. Este yacimiento, situado en el curso del río Guadiana, ha sido datado entre los siglos V y IV a.C. y consta de una serie de características particulares que lo hacen único, atractivo y muy misterioso.

 Antes de comenzar a describir el hallazgo, ¿quienes eran los Tartessos?

 Lo primero que podemos decir sobre el pueblo tartésico es que su nombre, Tartessos, era el nombre con el que los griegos conocían a esta cultura situada en las actuales provincias de Huelva, Sevilla, Cádiz y Badajoz durante la época del bronce tardío. No se conoce su origen y las teorías sobre este son bastante dispares ya que algunos historiadores lo asocian con el mito de la Atlántida y otros con la unión entre los fenicios y una cultura local menos desarrollada.

El descubrimiento de la Estela de Fonte Velha datada del siglo VIII a.C., reveló que el pueblo de Tartessos poseía un idioma y escritura propia y que esta estaba relacionada con el alfabeto fenicio y el alfabeto griego. A pesar de estas relaciones existentes con alfabetos conocidos, el idioma y la escritura de Tartessos no se han conseguido descifrar y sus escritos siguen siendo un misterio.  

 Los pocos restos arqueológicos que han llegado hasta nuestros días unidos con su inexplicable desaparición en los escritos de los historiadores de la edad antigua después de la batalla de Alalia en el año 535 a.C., envuelven a la cultura de Tartessos en un halo de misterio. 

 Entonces, ¿por qué es tan importante el descubrimiento de Turuñuelo? 

 La primera observación que podemos hacer sobre el yacimiento anteriormente mencionado es que se trata de un resto arquitectónico que fue destruido ritualmente y después fue sellado bajo varias capas de tierra y arcilla. Después de la segunda expedición realizada por el equipo salieron a la luz 70 metros cuadrados en donde se había levantado un altar.

La estancia estaba cerrada por unos muros hechos de adobe y en ella se hallaron más de 200 platos, una caja de marfil y un sarcófago, algo nunca antes visto en la Península Ibérica. Pero el descubrimiento más sorprendente por mucho de esta estancia fue que estaba cubierta con una bóveda de ladrillo, es decir, este descubrimiento ha cambiado los libros de historia, ya que esta forma de construcción era propia y única de los romanos.

 Después de esta segunda exploración del yacimiento la Diputación Provincial de Badajoz organizó una nueva campaña de excavación para el año 2017. En esta nueva excavación se excavó la sala del banquete donde se produjo un nuevo e impresionante descubrimiento, una escalera cuyos últimos 6 escalones habían sido elaborados con mortero de cal, una técnica sólo documentada en la época romana, otra vez este yacimiento hacía cambiar los libros de historia.

La escalera desembocaba en un patio en el que se hallaron los cadáveres de más de medio centenar animales sacrificados, entre los que cabe destacar caballos, mulas y burros.

 Finalmente en el año 2018 fue hallado el esqueleto de un hombre sacrificado al lado de una puerta tapiada. Hasta el momento solo el 20% del túmulo ha sido excavado y se están estudiando los animales sacrificados para entender el significado del sacrificio y se espera que  en el futuro se planeen más excavaciones.[1]

 Bibliografia:

     National Geographic: “El turuñuelo, un testimonio del final de tarteso”. Consultado el 1 de julio de 2021. Disponible en: El Turuñuelo, un testimonio del final de Tarteso (nationalgeographic.com.es)

[1] Historia National Geographic. (2021, 25 marzo). historia.nationalgeographic.com.es. https://historia.nationalgeographic.com.es/a/turunuelo-testimonio-final-tarteso_16213