Me pone de mal talante la deslealtad de nuestros políticos, de las falsas amistades en la vida real y todo aquello que es injusto que impulsa el poder, desordenado, los abusos sin una reacción popular, hoy en una España de ficción que jalean los predicadores de los medios de comunicación, y los mercenarios de las tertulias sicóticas.

He subido a la Cresta del Gallo y he sentido entre escalofrío y un estallido de indignación a la vista del solar enorme de cemento y ladrillo, hectómetros de secano en las pedanías de la cordillera y más allá del Puerto de la Cadena.

Se han cargado la HUERTA DE EUROPA, EL MAR MENOR, EL CAMPO DE CARTAGENA Y EL CORAZÓN DE UNA REGIÓN donde ha desaparecido el trovo, el panocho primitivo pero nuestro y ese folclore de la cultura. Y nos van a cortar el agua del Trasvase Tajo-Segura, que nos den por saco, dicen! Me alivio con Vicente Medina, sin cansera, hoy pasotismo, un desierto en el alma murciana, las arenas secas de la adversidad y la desilusión amarga.

−Pá qué quiés que vaya? Pa ver cuatro espigas arroyás y pegás a la tierra, pa ver los sarmientos  ruines y mustios,  y una cepas esnuas. Sin un gramo duva, ni tampoco sequia sombra de ella. Para ver el barranco, para ver la laera sin una matuja, para ver que se embisten de pelás las peñas. Anda tú si quieres….!!

La Huerta de Europa ya no es un vergel sino una masa de tierra sembrada de miles de casas, edificios y negocios especulativos, ni una tahulla de verde, jardines de verde artificial, ni una rosa, tampoco, menos los jazmines y ese  perfume especial de naranjos y limoneros, nada, solo roalicos de los resistentes del campo, unos románticos sin el paraguas que fueron los ecologistas estafados, quizás comprados con palabras mentirosas, y una pasta cínica.

Han cercado a una región de piratas en el mar verde de una naturaleza derrotada, un verso, ya solo el recuerdo, cuando mañana el Bando sea otra cosa, como un espectáculo del gran botellón. Digo:

− A ti, graciosa HUERTA,
serenísima belleza,
cuyo paisaje anonadado,
con tus montes habitados,
entre ya cercada,
no te besan,
solo el silencio del rio
como un abrazo.

Pero tú, como  la llama
que se inflama,
te queman y disminuyes.

Pero silencio, que callen
las palabras soñadoras,
que hablen solo las estrellas
fugaces, y por la vereda del cielo
pase la luna clara,
luego, mañana, la  tormenta
en una Murcia Libre.

Los oráculos del ladrillo han hecho su negocio del dinero negro y sumergido, como en la gran manzana podrida de la Manga, y las aguas turbias de la laguna  el segundo mar muerto, asfixiado porque la pedanía murciana  ya no tiene voz, solo la mordida brasileña y la otra mordida  hija mejicana, la corrupción, la que afean unos locos,

Los locos de Platero, el campo ya está verde, serenidad armoniosa que vive allá en el  horizonte, vestidos de luto-.Ha muerto la Huerta de Europa, mi más sentido pésame, en un bancal del cementerio de un banco pero la  mano blanca, dulce,  no contaminada, del sentimiento, rompe la monotonía del  aburrimiento, como el  eco de una música ritual, cuando la voz apagada, lejana, es solo un recuerdo para el cuerdo, la rutina mata.

Hay que escapar- mata, y mata bien. Y un recuerdo,  cuando Carlos Collado, presidente de la comunidad autónoma, invitaba a Calero, a convertir la región  en la California de Europa.

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