Nuevamente, cuando  46 millones de español@s andamos naufragando en el mar de las tormentas, perfectas o no, se levantan los muertos de la penúltima guerra civil, el caos que supuso y las consecuencias que veníamos pagando hasta la Transición, el pacto de paz más  importante de los dos últimos siglos, ahora a punto de ser destruido sistemáticamente desde las cavernas ideológicas construidas por bandas de maniqueos que quieren palacios para almacenar a sus familias políticas. SIEMPRE CON EL MISMO ARGUMENTO despreciable basado en el odio, el sectarismo, el rencor, buscar culpables en el bando contrario.

Otra vez con furia, cuando este pasado domingo se resucitaba el 18 DE JULIO fecha inicial del golpe  de una parte de los ejércitos, de un amplio sector social político del centro–derecha, las bendiciones de la iglesia y el apoyo de otras naciones que repartían  armas y medios económicos a los contendientes, para experimentar armas y estrategias de guerra. Fue como una guerra mundial a escala europea, y posteriormente norteamericana.

Fue un golpe que se veía venir, que se dejó que llegara y que se consintió, como el que preparaba por el Frente Popular desde el octubre del 1934 con la rebelión asturiana de sus mineros y aliados sindicales, anarco populistas, socialistas y comunistas emergentes.

Este fue el momento clave que posteriormente condujo al desastre, al choque fatal entre las dos Españas, ya en guerra por las calles y campos del  país escenificado en Parlamento donde unos y otros se amenazaban de muerte, que se hicieron efectiva ya a punto de unas elecciones en pleno volcán, derramando lava y finalmente sangre.

Perdió la guerra la República, primero, y los dos últimos años la coalición comunista, anarco populista y el sector radical del PSOE liderado por Largo Caballero, el mismo que dos años antes pedía la cabeza del general Miaja porque “se había  hecho comunista”, originando una grave crisis en el seno del gobierno republicano.

Empezó la desbandada que facilitó el triunfo del general Franco, un gobierno enfrentado en el que la escalada de los socios rusos, gobernando Stalin, fue completándose, hasta la rendición cuando en las calles de Madrid se mataban a tiros y cañonazos y bombardeos aéreos entre los  soldados y civiles del mismo Frente Popular hundido .Los  militares  de Franco entraron en la capital  española sin pegar un tiro, paseando.

También en Cataluña, corriendo los separatistas culpables de arrinconar a la República, y destrozarla, romperla,  como lo intenta hoy, gobernando lo que queda del socialismo histórico. No nos vamos a encarnizar con el   informe, simplemente terminamos con la  amarga lectura de un largo párrafo del ex preside republicano don Manuel Azaña que escribía, ya en plena guerra civil lo siguiente:

“El caso es que no ha podido ocurrírsele cosa más desagradable para Largo Caballero, que está  a  matar con los comunistas, de quiénes me dice pestes, e inspiradores rusos. Nos plantea una discordia complicada, otra vez. Habrá crisis de ministerios, sin salida, inoportuna”. Y sus análisis, Azaña, avanzan pronósticos pesimistas, ya en pleno conflicto armado, comenta, amargado:

“Todos hablan de revolución, diríase que no hay ya partidos diferentes, sino lucha de clases. En cuanto a los problemas políticos y de gobierno actuales, nadie los toca. El juego político ha desaparecido o está en suspenso, pero en los frentes sigue la guerra. A la mañana siguiente Martínez Barrio me declaró que consideraba  la crisis muy peligrosa, por la actitud que podían tomar las sindicales UGT y  anarquistas, si se prescinde de Largo Caballero”.

Es más que evidente que los políticos de aquella  república, como los de hoy en ciertos momentos, se debatían en un clima de tensiones y hostilidades constantes. Azaña en sus memorias de guerra, dedica al llamado conflicto catalán unas 200  páginas, el paralelismo de aquellos años de enfrentamientos con los de hoy, nos sacude el alma y nos despierta la memoria, los mismos Puigdemont, Junqueras, Rufián, Pujol y un Estado rendido o en  franco retroceso.

Las mismas piedras, los mismos tropiezos, los mismos enanos políticos, y la jungla separatista. Y desde luego, hambruna, desabastecimiento, peseta devaluada y miseria, la miseria pandémica que  se extendió diez años más al término de la guerra fratricida, hasta que nos perdonaron los embajadores de la ONU, como ahora le ha tocado a CUBA, entre el comunismo atroz y el capitalismo salvaje del mundo occidental. Lo de siempre, claro.