“No tenemos contemplado gobernar con Bildu bajo ningún escenario”, afirmaba el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su entrevista del domingo con el diario El Correo.

Una afirmación de esta naturaleza debería causar risa, dados los antecedentes de Sánchez, pero está en juego que una fuerza política enemiga de la democracia, vinculada de manera servil a décadas de terrorismo etarra que no ha condenado, siga influyendo en los asuntos del Estado que aspira a destruir. Y eso no es ninguna broma.

 Sánchez dice que en ningún escenario gobernará con Bildu cuando ya lo está haciendo. Cómo se explica si no, que Bildu se haya convertido en el socio estratégico del PSOE. Cómo se puede hacer semejante afirmación cuando horas antes Bildu (y ERC) presentaba el proyecto de ley de Vivienda, la norma más importante de la legislatura para la coalición Frankenstein.

En poco valora Sánchez la memoria y la inteligencia de los españoles, despreciando ambas con esas declaraciones. A Sánchez le podrán votar, pero ni siquiera los que le voten pueden creerle.

Si los números le dan, Sánchez gobernará con Bildu con el mismo desahogo con que lo ha hecho hasta ahora. También en la comunidad autónoma vasca, si puede. El precio está escrito y, si es necesario para Sánchez, se pagará en las cárceles vascas a costa de la ley, la memoria y la justicia.

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