La paradoja es propia de un pueblo desinformado, intoxicado y probablemente dividido después de cuatro años destrozando su tejido social y cultural que viene de lejos y no olvidamos. El escenario me golpeó y me dolió haciendo crecer mi crisis de identidad, algo así como llaman los sicólogos, aboulomanía, un rio de dudas, un sentido de vacío.

Dos manifestaciones a la misma hora y paralelas. El primer choque vino al observar una multitud  de color pistacho ocupando toda la Gran Vía que se disolvía algo más allá del puente viejo −mayoría, mujeres− en su afán noble de  llamar la atención sobre las olas del cáncer que mata ante la impotencia de la medicina. Más que en Gaza y Ucrania.

Paralelamente, casi pegados, miles de personas, a la misma hora, las calles ocupadas a tope, se concentraban en todo el centro de la capital regional, al pie de la catedral gótica que lucía una pancarta enorme con la siguiente leyenda: LOS SECRETOS DE LA FACHADA.

Me entró como un escalofrió contando tanta multitud cada uno a lo suyo, porque uno, al fin al cabo algo romántico e infeliz a los 87 años, esperaba que el pragmatismo que no nos sobra a los  españoles, tuviera efecto positivo bajo el eslogan decimonónico de EL PUEBLO UNIDO JAMÁS SERÁ VENCIDO. Mentira española.

Puta esperanzan e ilusión, allí estaban unas cincuenta  mil personas ignorándose  cuando los cáncer tienen a la nación en una situación de crisis, corrupción política y el patológico.

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El panorama daba como la impresión de que ambas marchas no eran producto de la casualidad. Y así en las cincuenta y dos provincias españolas que desde luego no van a impresionar al caudillo y que las operaciones de urgencia no van a dar fruto alguno, aquí hay una estrategia, un plan y unos objetivos y sobre todo un fin cada día más claro, un cambio de régimen totalmente inoportuno porque la gente no está en esa sintonía, con el riesgo de un choque brutal. Hemos entrado en una nueva Era, no en un cambio. Eso sí, se han cepillado al viejo PSOE, y otro día, al resto.

Regreso a la paz de  este rincón que escuchas, cuando el sol se pone, algo de esa poesía que le falta a una clase política, ahora mercaderes vendiendo  trozos de España, una  farsa.

-Por qué vivir,
pasar, gemir,
reir...
si todo es farsa.

Por qué soñar,
fingir, mentir,
si todo es nada.

Por qué amar
si todo acaba,
si nada es tuyo...

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