Se ha hablado mucho de la INCERTIDUMBRE que ha prevalecido desde el surgimiento de la grave crisis sanitaria que finalmente ha explosionado, política y éticamente.

Mucho se ha escrito sobre las afectaciones físicas, mentales, emocionales y sociales que han tenido, y tienen, destrozando certezas, principios, impactando en  la vida del pueblo español, confundido.

Es una crisis larvada del ayer y de hoy y parte de un futuro problemático, individual y colectivamente, que ha alentado el sectarismo desde el maniqueísmo envenenado que  queda reflejado en un espectáculo bochornoso, que inquieta por no tener respuestas, soluciones y falta de un diálogo empírico.

Lo que advierten los expertos −analistas, sociólogos y sicólogos, y algunos medios de prensa, decentes− es que a  los  españoles el no saber  golpea el entendimiento, el alma generando errores, y finalmente miedo por la vía de la desinformación, por  último, enfrentamientos armados o no.

Carecemos, en los últimos cuatro años, de opciones sensatas, conocer resultados que puedan potenciar un clima de paz social incluso riesgos calculados, controlados, en un deseado Pacto de Estado que en otras naciones libres y elevada cultura política y cívica han tenido un balance satisfactorio. Nunca, ni en la república que fue una esperanza.

Hoy, desafortunadamente tenemos un país debilitado y una sociedad desengañada, intoxicada de mentiras y promesas vacías en campañas electorales sucesivas, un baile sin música ni orquestas, solo bailarines en soledad, en las dudas acumuladas y obsesionados por una fiesta mejor, no solo de fuegos artificiales, palabras, palabras, palabras y  mucho ruido populista y falso feminismo en ocasiones androfóbico.

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No se  aprende a mejorar el castigo de la incertidumbre, de siglos, desde las guerras religiosas y civiles, eso sí, nos piden resistir, nos engañan para paliar los picos sicóticos, las depresiones, la ansiedad y la salud mental que perdimos no solo en la pandemia, argumento socorrido, sino  falta de entendimiento que anule el rencor acumulado, hasta en los parlamentos, tratando de destruir a los adversarios, entre caviar y mariscadas y sueldos y trinques corruptos.

Sí que hay honrados pero son desterrados al desierto de la soledad y de las listas electorales confeccionadas en tenidas oscuras. La honradez es un lujo, y a veces  amarga, porque el negocio político es un lobby, hasta en la propia familia, te condenan si rechazas una tentación del poder que te compra o alquila.

Incertidumbre tendiendo a caos, que el protagonista mediático de este país maltratado sea el tal KOLDO,, el capo de una banda que dispara contra su propio partido y pone en riesgo la democracia, es para temblar no de miedo sino de indignación, porque para más inri nadie dimite, ni siquiera Sánchez pide perdón al pueblo español y a sus militantes  socialistas…

Y Yolanda, la diva se lava las manos. Y en el escenario el teatro de las tertulias, el ruido de voces sin un diálogo de paz, estabilidad mental  y buenos modos, calientan el horno político.

−Cuando los españoles, la mayoría anda desconcertada por los casos de corrupción de alto nivel delictivo, el Gobierno populista llevará este jueves, al Congreso de los Diputados, la aberrante LEY DE AMNISTÍA, un desplante irracional que tensiona la crisis institucional, y de soberbia, más agitación, más locuras.

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