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La evidente dependencia de la mayoría de los medios con La Moncloa llega a ser bochornosa (...) e insultante por el descaro con que leen textualmente las directrices del poder vigente. Herrera ha logrado generalizar el adjetivo de medios "sincronizados", pero también cabría denominarlos "prostituidos", adjetivo menos académico pero elocuente, por haber abandonado la más elemental deontología del periodismo: defender la verdad, cueste lo que cueste.