Uno, servidor de usted, como decían nuestros abuelos, incluyendo republicanos, en mi infinita inocencia, imagino que no es simple casualidad que la Sanidad Política, no la privada capitalista chupasangre y europea, por ahora, ha sido secundada, la agitación leal y pura –nada de pedir aumentos de sueldos en medio de una crisis inspirada y patrocinada por PUTIN –por una misteriosa y extraña ola de desabastecimiento de medicamentos vitales para millones de españolitos enfermos y enfermes, incluyendo militantes de Podemos, Bildu y ERC, que mandan romanas.

No, no es una leyenda, noticia falsa en un país honesto y honrado como este que pisamos, minado, que los fabulosos negocios de las farmacéuticas carecen de la ética necesaria, que se ha aireado en el cine. Ya lo advertimos en nuestros digitales. Hace meses nuestra colaboradora, tan valorada y prudente, María José Hernández, publicó un sólido trabajo, tan a fondo que produjo espasmos estomacales.

Llevamos meses, desde septiembre, que fármacos de permanente necesidad, para crónicos, y abuelos, han ido desapareciendo, fantasma que ha crecido a la par que los paros en la Sanidad pública, ese eje mitológico tan independiente y complementario. Desde el CONSEJO GENERAL DE COLEGIOS FARMACEUTICOS, sin embargo, se llama a la calma al pueblo soberano, pongamos unos treinta millones al menos de afectados, como cuando aquellos golpes de las mascarillas que fue una fábrica de hacer ricos, y ennobleció a la aristocracia política y sus mediadores, miles de millones transferidos a la China, y a algunas industrias perrugueras del solar patrio.

Se hizo negocio rápido, se mezclaron churras con merinas y se aguantó, hasta en Vigo, finalmente, el alcalde socialista incendió la bella ciudad gallega con miles de bombillas. Hace una semana, con once millones, dentro de ese neo-socialismo que viola una democracia en apuros, ignorando el frio que hace en humildes hogares del proletariado, esclavo, y en las sufridas clases medias, todos ellos cenando las tradicionales castañas de noviembre, y ahorrando temerosos de la factura de la luz que hasta se apaga en nuestro interior o sale de los bolsillos del pensionista en su soledad.

Nos dicen, para evitar cabreos espartanos, romanos, que una RED –oiga bien, lea bien, Red– de 10.000 boticas de todo el país proporciona datos a una BASE llamada CISMET que ofrece una aproximación real de los veinte medicamentos que presentan más problemas, y facilitan ayudas desinteresadas, o ideas felices, como dividir una pastilla en dos mitades, supongo para que dure, por ejemplo, el amado y desaparecido Orfidal o el  Nolotil milagroso que calma dolores insufribles.

Me da como cansera relatar estos hechos, y una insoportable jaqueca, he terminado el tubo de Paracetamol y temo desplazarme a una botica amiga, no sea que esté en la larga y preocupante lista negra de los negocios globales de esos fármacos mágicos, incluyendo los populares genéricos. Já. Mi cuidadora, que sabe latín, que estudió hace años, ahora no porque es lengua muerta, fascista y de los curas, Toñi, me recomienda paños calientes, como cuando el franquismo, y ciertamente, ahorro, porque la facturas nos ponen enfermos.

La situación tiende a joderse, ayer en el Parlamento que fue sagrado, se ofreció una escena que nos estimula y nos refuerza la moral, un altercado entre una diputada de VOX y la ministra SOLO SI ES SI, la primera sacando a la apagada luz parlamentaria, las intimidades de Pablo Iglesias y doña Irene, a punto de echarse a llorar.

Me lo temía porque el feminismo radical es fruto e inspiración de un machista, y de esa violencia verbal llegada de las fuentes de Maduro y los ayatolas iraníes, que cuelgan a los y a los homos. En fin, un asco. Me tomo un descanso y me largo con mi tienda de campaña a Sierra Espuña.

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