Agatha Ruiz de la Prada, ex esposa del doble de Fouché, PEDRO J. RAMIREZ, uno de los amos del Periodismo de la transición, tres  con ANSÓN y CEBRIÁN, y sus respectivos «negros», es una de las modistas más conocidas y populares del  planeta  Tierra, española fetén y miembra de  la aristocracia a la sombra de la corona. Ha escrito un libro MI  HISTORIA, asesorada convenientemente, con 146  primeras páginas cuajadas de frivolidades y cotilleos, orgullosa de su  casta y soberbia contenida.

El resto, hasta la 323 , es un bloque de un análisis y opiniones sibilinas generadas de  sus tórridas vivencias personales, familiares, profesionales y descubrimientos de un periodismo oscuro, cínico y pasta, dinero, a raudales, del que ella disfrutó hasta su divorcio, harta del divo y quizás arrastrada por aquel famoso video erótico que recibimos unos 300 españoles con mando en plaza, protagonizado por el que fue director de DIARIO 16 y EL MUNDO y el digital EL ESPAÑOL.

Unas secuencias filmadas a instancias de la mafia política que no perdonó a un personaje de colmillo  retorcido, implacable, que posiblemente antepuso la ferocidad, el escándalo, a la razones de estado y a la compasión, como otros grandes colegas, forrados, en aquellos años que hicieron de la libertad un arma personal, escalar poder, lujos gratis y control, aderezados de comidas de «trabajo». Y viajes de fantasía del modelo farmacéutico.

A nuestros días pandémicos se ha mejorado poco, hoy, ahora, los directores de medios, y  asalariados sin poder recurrir al derecho  de la objeción de  conciencia, viven a la sombra del poder capitalista privado y sus mil leches o del Gobierno de turno, cuya imagen real son las tertulias, salvo excepciones contadas, a precio de plata y oro, y otras de «prestigio» de colaboradores a dedo, porque se veta a gente de fondo ético.

Un ejército numeroso desplegado especialmente  en el marco del Madrid poderoso, pues el periodismo periférico, de provincias, no cuenta, nunca jamás, salvo en las batallas regionales, pesebres de los amos de la capital del Reino, teledirigidos, profesionales mal pagados y congelados, relegados al olvido.

Hace tres años, en el Congreso de los Diputados se rindió homenaje encendido y entusiasta, a los colegas, en un acto organizado por ellos mismos, allí estaban los pudientes, las estrellas, los salvadores de la democracia de partidos que paga a mercenarios, la élite, la crème de la crème. Otros profesionales  son  tachados, sufren ocho mil desempleados, demasiados cobran poco y  tenemos pensionistas  con sueldos miserables, y en las ondas de las emisoras y los digitales malviven.

En el autohomenaje a los 104 brillantes columnistas parlamentarios o no, fotoperiodistas y viñetistas, comandados por  el prior FERNANDO JAUREGUI estaban Ansón, Pedro J., Cebrián, Iñaqui Gabilondo, oráculo del felipismo, Victoria Prego, Luis del Olmo, Miguel Ángel Aguilar, Pepe Oneto, José A. Zarzalejo, Pilar Urbano, Fernando Onega, Matias Prats, Negrin, Soledad Gallego y un corto etcétera de privilegiados teloneros, menos los corresponsales de los medios de la otra España de  provincias con 37 millones de habitantes ,y  veinte millones de lectores.

El libro de Agatha, en sus últimas doscientas páginas, es un festín de comentarios amargos, lívidos camuflados y datos  calientes del mundo del dinero  de todos los colores e ideas  del periodismo de aquellos días de esperanza y de estrategia solapada. Al final de nuestra biopsia ofrecemos unos breves párrafos, cándidos.

Intuyo que en libro hay algo de venganza justiciera porque Agatha no llama a su ex marido por  su nombre, le llama INNOMBRABLE lo que me parece un dato feminista falso. Aparecen ministros, millonarios, nobles, presidentes del gobierno, ministros, caciques, banqueras y hasta reyes y reinas, de la España inmortal. Salvo, los máximos  inocentes de la época. También se olfatea que el texto completo ha tenido una mano amiga, como asesor literario. No se corta un pelo la nueva escritora derivando a Planeta.

Lean y juzguen, los entrecomillados más o menos ladinos, los hay peores pero deseamos evitar a los supuestos lectores embarcarse en la duda cartesiana.

«Pudimos comprar el ático de Madrid, el piso de Paris, el chalet de Mallorca, la casa de Bre de Tajo. Me compré tiendas y pisos en Madrid, Paris, Milán y Nueva York.El  en Londres. El Innombrable ganaba buen sueldo, y además iba gratis a todo. EL MUNDO cambió de accionariado y empezó a hacerse de oro. El y los que estaban con EL. Luego se produjo otra Operación, se vendió al Grupo Rizzoli por mil millones. Creo que al final se volvió un poco loco con tanto dinero descontrolado.»

«En la cúspide del poder se alzaban, mirándose de soslayo o vomitándose entre ellos, abiertamente,  Juán Luis Cebrián –director de EL PAIS– Luis Maria Ansón –director de ABC– y el Innobrable –dirigiendo EL MUNDO–. Eran los tres que decidían los DESTINOS DE ESPAÑA. Fueron el Poder de los Tres Tenores, ricos muy ricos. Anson y Cebrian lograron entrar en la Real Academia de la Lengua, a la toma de posesión acudió el todo Madrid. Ansón me invitaba frecuentemente a comer en su despacho, donde solían ir  señoras estupendas.»

«La gente de El País odia a Cebrián con mucha razón. Y es que él y el otro se volvieron locos. Pocos pueden imaginar el poder que atesoró Cebrián, sería el resultado de multiplicar por 50 el que poseía el Innombrable. Lo tenía todo porque contaba con un genio que era Polanco, que es el que hacia las cuentas. Además, Polanco poseía charme. Su poder era ilimitado. Al principio no tenía un duro, pero ganó una cantidad infinita de dinero. Por otro lado, estaba el grupo editorial de Juan Tomas de Salas, un bohemio, y sus quince colegas con los que formó el grupo 16».

«Le cogí un odio infinito a Cebrián. Tengo una opinión morrocotudamente mala de él. Fue horrible todo lo que pasó. Era un trasatlántico luchando contra barquitos. Su grupo se puso totalmente a favor del PSOE, ganó mucho dinero. Tenían la SER, El País e hicieron una jugada, que fue introducirse en Latinoamérica. Compraron el grupo caracol y se aposentaron en Colombia y Brasil».

«A Cebrián no le hablo, lo conocí antes que al Innombrable. De hecho, al principio, salíamos a comer bastante con él y su segunda mujer, que era una cachonda intelectual. Fuimos a veranear a Menorca. Pero, luego, a Cebrián le entró esa fiebre por el poder e hizo tantas barbaridades que acabaron enfrentados. Se odiaban a muerte. Cuando empecé con mi ex hacíamos unos viajes espectaculares. El primero fue a Londres, luego a Viena, a Burdeos, a Estambul. Eran en plan de lujo total. Asistían los directores de los periódicos y los dueños.»

EPÍLOGO.- The End, podemos escribir otro relato sobre los asombros de la Corte, pero nos quedamos con otro escrito por Antonio Caño con el titulo de DIGAN LA VERDAD, ex director de EL PAIS. Fue depurado por sus aciertos, pronosticar, que la coalición de Pedro Sánchez con Pablo Iglesias era un error. El presidente del Gobierno mandó cortarle la cabeza. No quitarle de la foto, al  estilo de otro demócrata como Alfonso Guerra. O Aznar cuando depuró al PP, aquí en Murcia y en seis regiones más. Se lo contaremos en tres días…

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