ESTA ESPECIE IRRACIONAL

Escasísimas son las voces que se alzan para echar el freno a esos mandatarios en la demencial escalada de psicopatías, patologías del comportamiento extremo

Opinion 18/03/2023 Juan Sánchez
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MANÍACOS

Esta especie de bestias no parará hasta conseguirlo. Eso me hace recordar la escena final del Planeta de los Simios, la original, la de Charlton Heston hincado de rodillas en la arena de la playa, a los pies de la estatua de la libertad semienterrada tras un apocalipsis nuclear: − ¡¡MANÍACOS!! – Exclamaba dando manotazos de rabia entre la espuma de un océano de azul inmenso, amnésico, indiferente, e incluso aliviado por la extinción de la raza humana, el mar de la vida.

El humano no daba crédito a la desmedida estupidez que nos había llevado hasta el abismo final. Ahí estaba el gigantesco rostro de la mujer de hierro turquesa con el brazo ridícula y atrozmente alzado donde antaño brillase la antorcha de la libertad.

Esta retahíla de aciagas cavilaciones encadenadas a un destino a todas luces ineludible, debería hacernos meditar sobre los presentes acontecimientos. Aquella flama extinta, −al igual que la especie en su casi totalidad− no es otra que la libertad de pensamiento. Sin ella, la otra, la tan cacareada y rimbombante libertad de elección, acción y lego –crecimiento− no sirve absolutamente para “rien de rien”.

Y en esa tesitura hayámonos inmersos. En ese “marrón glacé” –castaña pilonga de toda la vida, caramelizada, eso sí−, caminito del altar del sacrificio más brutal al que se haya prestado voluntariamente este bestiario humano, desde que bajamos del aguacatero –o nos bajaron a estacazos− asumiendo el rol de los gilipollas más engreídos del universo por entonces conocido: La Tierra, por entonces tan plana como nuestro actual encefalograma.

Pocos, muy pocos, demasiado pocos, casi ninguno en comparación con la inmensa masa de borregos planetarios que se auto-erigen en cima de la pirámide evolutiva, −humanos por los cojones−, escasísimas son las voces que se alzan para echar el freno a esos mandatarios en la demencial escalada de psicopatías, patologías del comportamiento extremo, espejismos intencionadamente demenciales, alienantes y castradores de ese presunto libre albedrío que nos definiría como especie ‘superior’, JA!.

¿A ver si no va a existir tal libertad de elección y nos la están embutiendo doblada? Demasiado escasa la disidencia contra el discurso oficialista, y demasiados numerarios del discurso adocenado. Se alza algún susurro en el desierto de los sin nombre, sin voz ni voto, la mínima expresión de crítica y disentimiento, justo la necesaria para justificar la mascarada de la democracia y el poder popular. Y otra vez JA!

En resumidas mierdas mundiales: La Gran Guerra de gallitos de pelea, machitos planetarios que aspiran al título de amo y señor del mundo. Un escenario salido de madre −pasado de bosones de Higgs, la partícula de Dios−, lidiado en infinidad de arenas circenses para regocijo de la expectante y cagada muchedumbre, amamantada con pan ácimo guarecido en pavoroso y apocalíptico sombraje, pasado de intenciones ocultas que pretenden y consiguen la participación de todos los países satelitales del carajudo Tío Sam.

Del otro bando la misma premisa con aires populares sin Los Remeros del Volga, en una suerte de comunismo de salón Resuelto en Luna de azul de metileno, gas antinatural y Ríos de Color Púrpura con los ojos rasgados, pero poco, cada vez menos.

Más tantos variopintos y segundones escenarios de la más ambiciosa contienda conocida, plagando territorios en vías de dominación por esos nuevos señores feudales del planeta. La Camorra no termina de crecer en ese afán de férreo y cerril control del gigantesco rebaño lanar en esta granja humana tan productiva para aquellos pocos ‘dioses menores’ con ansias de ser mocitos adúlteros con la vida primordial.

Mueven fichas y voluntades en esta decisiva partida de escaques multidimensional, multidisciplinar, multi y muchi gilipollezca aupada en la cumbre de toda portada mediatizada, corrompida por el mismo capital que se ordeña a los borregos que balan inconscientes en el patio de butacas sin saber que todo este montaje está financiado precisamente por su estruendosa ausencia en el terreno de juego.

¿Para qué pijo abundar en detalles? Si has llegado hasta aquí, lector, es porque has entendido perfectamente el mensaje. A no ser que milites en las filas submarinas de alguna organización de contra disidencia. Una de tantas franquicias desquiciadas del poder podrido que nos gobierna.

La galopante corrupción que sirve de salsa base a todo afán de dominación en este mundo estercolero donde reptamos bajo la bota de la opresión sin rostro conocido, salvo alguna pestilente vaharada desde el noveno círculo del infierno tan líricamente descrito por en gran Alighieri: LA GÉLIDA TRAICIÓN… a una especie antes llamada humanidad.

¡¡MANÍACOS!!, y punto.

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