Y eso que gracias al Lorzas y su tripulación de tránsfugas tragaperras de Murcia y Cartagena, han destinado una muy buena partida económica de dinero público para que ellos, nuestros amados políticos, aprendan a jugar al golf, con la esperanza de despertar admiración fuera, porque aquí ya los conocemos. 

Y como España, se ha convertido en un país exportador de lo que no tiene; como el petróleo refinado ocupa el segundo lugar en la tabla de los valores de exportación, resulta que los cartagineses nos tragamos la mierda y el desastre de la contaminación procedente del refino; pero, le estamos generando unos hermosos dividendos a la multinacional Usa dueña de la Refinería de Escombreras. 

Y si al citado capítulo del petróleo refinado, le sumamos los productos derivados del campo cartaginés, controlado su negocio por empresas extranjeras, resulta que Cartagena es la ciudad española que más contribuye al capítulo económico en la exportación española; pero, en estudiada contrapartida, tal y como lo ordena y señala el manual del capitalismo-cristiano, tiene que estar regida por gente inculta; asunto logrado eficazmente en Cartagena. 

 Y no porque la ortografía no sea lo fuerte en el sistema operativo municipal, sino porque su universidad socialmente ni existe, la cultura hace tiempo que desapareció, y todo lo local, va de capa caída, excepto el golf y el teto, dos actividades que para los tránsfugas imperantes y dominantes en la cortijá forman parte de nuestro pasado en cuanto a las aficiones y tradiciones. 

Como era de esperar en un ambiente político local y regional de claro de desprecio hacia todo lo tradicional, así como otras Comunidades exigen, practican y emplean fondos públicos para la ciencia de la glotología, que escarbe en las raíces de su forma de expresarse, de hablar; de comunicarse, aquí, en Cartagena, existe un empecinamiento profundo y denso, pueblerino inyectado, que nada de lo que somos o tenemos vale, excepción de los religioso católico. 

Y por eso, precisamente porque estamos jugando de conformidad con lo escrito en el manual de cómo anular la personalidad de un pueblo o unas gentes, caso de Cartagena, donde lo cartaginés, lo local, es sinónimo de gente fea que no se ducha, no se da ningún apoyo institucional a cualquier atisbo de cultura local. Y cuando uno se tropieza con un cartaginés por tierras de fuera, lo primero que hace es cambiar su forma de hablar para despistar. 

Pero lo grave de todo, lo sangrante, es que pese a que tenemos tecnología suficiente y buena para desalinizar agua de mar, como lo que exportamos, petróleo refinado y productos agrícolas, ambas materias consumen cantidades ingentes de agua, nuestros hermosos manantiales del Noroeste de la región, se han secado, y, a cambio, Cartagena es la ciudad de las más contaminadas de España. 

Pero ambos desastres que dejan sin futuro a las gentes que deberán de venir, algo que no entra en los trajines diarios de peluquería, no repetir modelo, no disgustar al clero ni a las empresarios de fuera, están ofreciendo una “normalidad social”, que, con todo respeto hacia Bangladesh, Cartagena y los cartagineses le estamos ganando en docilidad a aquellas gentes de la citada ciudad India, que no se conforman con la miseria impuesta desde fuera. 

Mientras que en Cartagena se aplaude. 

Salud y Felicidad sin covid. 

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