Este digital, fue, seguramente, el primero en advertir que la viruela del mono que estalló en Canarias en una fiesta multitudinaria, primer caso en la Unión Europea, debía tener contagios derivados de relaciones homosexuales llegados desde África, donde existe desde hace más de cincuenta años, sin que nadie de las potencias globales movieran un dedo. Y también trasladados desde el mundo de las drogas.

Ayer, las autoridades sanitarias españolas advierten del peligro que supone una epidemia descontrolada que crece, sin freno, desde las fábricas de la prostitución masculina –que existe– y femenina donde la higiene brilla por su ausencia y la irresponsabilidad a grupas de una permisividad delictiva.

Seguimos igual o en parecido terreno cuando la sífilis, durante siglos hacia destrozos en la humanidad cuando aún no se había descubierto los antibióticos. Y no se recuerda, apenas nada, cuando el sida alarmó a media humanidad, vía contactos sexuales que puso en marcha a los grandes laboratorios y a la sanidad española totalmente rebasada porque denunciar era una practica poco progresista, el sida se contagió masivamente y el foco más devastador surgió de gran parte de la homosexualidad y de la proximidad de las drogas, nuevamente.

A estas fechas las enfermedades de transmisión sexual, todas, han crecido, sin que ningún colectivo responsable, levante la voz, ni el feminismo político que gobierna, si siquiera la iglesia o los medios de comunicación. Vale todo. Cuando, durante siete años, fui vicepresidente de la Comisión de Asuntos Sociales y Sanidad, en el parlamento regional, redacté un amplio informe, 319 folios, que quedaron en papel mojado, un informe directo y al alalimón con una oenege –se llamaba NO TE PRIVES– en la que relaté en carne viva el desastre humanitario de este mundo oscuro, intocable, que ahora se resucita con la torpe política de la izquierda, si regular o abolir la prostitución, cuando el sexo es el negocio más lucrativo a escala mundial, en todos sus aspectos. Racionalmente, me quedo con la tesis de regular, desde el punto de vista social, sanitario y especialmente humano.

ESPAÑA, DESDE ANUAL AL SAHARA. España no ha dejado de ir perdiendo batallas con el continente africano desde la batalla de Guadalete, la reconquista con sus guerras civiles, al desastre militar de la batalla de ANUAL y posteriormente la Marcha Verde sobre el Sáhara, apoyada, no se olvide nunca, con ayuda norteamericana, como al día de hoy. Nuestras guerras africanas, incluyendo el abandono de GUINEA ECUATORIAL hoy exportando combustibles, –solo rentable para los hijos de su dictadura– nos han colocado en la ruina, sangrando con vidas humanas, medios económicos y fracasos políticos que desestabilizaron a nuestros país, desde el desastre del 98, cuando la mitad de nuestras colonias quedaron en manos de Estados Unidos y de las mafias latinas y sus gobiernos extremistas de todos los matices, puro fascismo de un lado y otro, en un continente de enormes riquezas.

La crisis con Argelia no tiene sentido, ha sido, y es un error de unos ineptos, nada nuevo en la diplomacia española, desde que el cardenal Cisneros falleció, cuando pensaba extender nuestra influencia por todo el norte africano, en aquella época en manos de los piratas y gente de mal vivir, hasta Túnez. Luego, este proyecto, alcanzó fuerzas, cuando ganamos la batalla de Lepanto y los turcos se retiraron a sus lares. España dominaba el Mediterráneo, hasta que los ingleses quisieron, porque tenían una flota imperial y unos mandos políticos con ideas. Hoy somos casi nada, salvo ese submarino botado en Cartagena, como un milagro. Marruecos con su moderno ejército armado por Washington, ha elegido aliado. A nosotros nos tienen alquilados a precio de saldos. Y la OTAN se lavaría las manos si hubieran dos marchas verdes sobre Melilla y Ceuta. Amén.

DEL RIF AL YEBALA. Este es el título de un libro de LORENZO SILVA, uno de mis escritores favoritos –impresionante CASTELLANO– en el que profundiza en la crisis española en ÁFRICA, pero toma partido porque recorrió palmo palmo el protectorado español cuando ya era libre Marruecos y los Gobierno españoles de los 90 abandonaron Melilla y Ceuta, dos ciudades perfectas para vivir entre los años 1948 y 1960. Conozco la historia porque con cinco años aterricé por Monte Arruit y me despedí siendo redactor del diario EL TELEGRAMA DEL RIF, después de Melilla.

Mi padre fue director de cuatro colegios hispano-marroquíes, enseñaba el español y aprendía el chelja. Se construyeron escuelas, hospitales, mercados, casas, centros sociales y una amistad entrañable con el pueblo rifeño, el mismo que en la guerra civil participó al lado de Franco, no porque los rifeños fueran franquistas, no, fue porque las autoridades republicanas cometieron graves errores e injusticias con ellos, rebeldes, musulmanes y depurados. Si la república hubiera estado en su sitio, la guerra civil no la hubiera ganado los militares, porque el PASO DEL ESTRECHO hubiera sido imposible, un desembarco histórico en el que participaron unos diez mil soldados del Rif, posiblemente los mejores del mundo, desde que derrotaron a España en Anual. Al término de nuestra guerra, ya eran cuarenta mil, es decir ocho divisiones armadas hasta los dientes, y aprendiendo a ser salvajes.

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