Es verdad que la hostelería española, como la del resto del mundo, ha sufrió graves pérdidas, unos, otros en menor grado y otro sector ha sabido nadar y guardar la ropa. La de nuestro país pasó malos momentos, hoteles, hostales, restaurantes, pensiones y en fin ese mundo opaco del turismo de ocasión o perruguero que saca para pagar impuestos, de familias con una segunda vivienda en montes y costas. Todo tienen derecho a mejorar sus niveles de negocio, en los que a veces se gana y en otras, las menos, se pierde.

Pero ello no es óbice para que estos seis últimos meses, desde las fiestas de semana santa, arrasen con precios prohibitivos, meses antes de la subida de los precios de la alimentación, el transporte y hasta los productos farmacéuticos los grandes en beneficios millonarios.

En estos meses de julio y agosto hemos podido comprobar en directo unos abusos al borde de los delictivo o al menos éticos. Hay hoteles que cuando reservas te exigen algo como una señal, y posteriormente unos pagos que nunca se había dado en el turismo español. Por ejemplo en el Hotel Galúa, en la Manga, un cliente tuvo que anticipar 250 euros, que no devuelven si cancelas, te lo cambian por un llamado «bono» que puedes disfrutar en otra ocasión, vivas en Albacete o en Madrid. Cuando llegas al hotel, recepción, pagas el total de los diez o veinte días de residencia, pero si te vas antes no te devuelven ni un euro según estipula un contrato leonino. Si te pones enfermo, debes presentar un certificado médico. Te quedas sin un euro, a veces miles, dos mil si reservas para quince días en régimen de media pensión. No se lo que diría un abogado o un juez, si esto es un supuesto delito o simplemente te han cogido por el cuello. Lo hemos comprobado en directo cuando cubríamos una información para este digital.

Esta crisis no solo es de un hotel infectado murciano, en Guadarrama, también el gran hotel Arcipreste de Hita practica la misma desfachatez. Y en Madrid lo hemos soportado en tres hoteles.

A este tipo de juego nada limpio se producen otras jugarretas, media pensión pero pagas postres o bebidas, y no chistes, te tienen controlada hasta la nevera de la habitación, vaciada o dos botellines de agua, detalle de la casa.

Los abusos de los restaurantes, especialmente de tres tenedores hacia cinco, te sacuden facturas que te ponen al rojo vivo. El desmadre, el descontrol y los abusos en este amplio sector del turismo español, supone que las autoridades son cómplices , y los clientes víctimas que sufren , pagan resignadamente y se muerden la lengua con tal de librarse de la tremenda losa de vivir en estados de alarmas y sujetas al miedo constante, finalmente un desequilibrio mental y económico. Total una semana de vacaciones con una familia de cuatro miembros te puede costar un crédito bancario de tres mil euros en un hotelito o la tira en pasta si alquilas un apartamento decimonónico en la costa cálida o la del sol. Otra violencia de género, de por testículos. O lo tomas o lo dejas, sin ningún derecho.

SEGUNDA PARTE EN UNOS DÍAS…

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