Este es el título que pensaba regalar a los lectores, producto de mis psicoanálisis que hago diariamente. Pero la lectura del libro de Arturo Pérez-Reverte, «Revolución», me ha inducido a cambiarlo por el de Pancho Villa, protagonista de la última novela del escritor y amigo cartagenero. Un histórico de la vida política mejicana que pudiera ser uno más de la larga lista de personajes hispanos, desde EL EMPECINADO, al famoso EL CAMPESINO,

…un personaje siniestro que contribuyó a arruinar la imagen de la república, durante la guerra civil.

Un país, nuestro, que jamás ha tenido un proceso revolucionario, ideológico, cultural, social, religioso e incluso humano, solo guerrillas y sus guerrilleros, a veces conservadores, progresistas y sobre todo populistas, desde Godoy a nuestros días, más el golpismo que aún se mastica solapado, de espadones y políticos con brotes psicóticos, léase, Perú, Ecuador, Venezuela, Méjico, Guatemala, Cuba y las Españas de los cantones de Jumilla, Cartagena, Cataluña y País Vasco, que nos recuerdan las satrapías de los godos y los califatos árabes.

Siglos después, este país que fue imperial y se hundió en guerras religiosas, desde la Reconquista, vive arruinado en pleno siglo XXI cuando el resto del mundo civilizado ha entrado ya en otra ERA, como explica detalladamente el coronel, en la reserva, PEDRO BAÑOS, en su último libro «La Encrucijada Mundial», un compendio de sabiduría, y en frase de Enrique IV «la mejor parte del valor es la prudencia».

Pedro Baños, posiblemente el mejor geoestrategia de Europa, y por tanto, apartado por los poderes políticos españoles y yanquis, fue hace unos años jefe de la Contrainteligencia de la OTAN. Pudo ser ministro de Defensa, pero acusado de rusófilo en las redes sociales afectas a Moncloa lo dejó todo y se dedica a escribir y mandar mensajes cargados de manuales acertados.

Si, seguimos con guerrillas del tercer mundo, ese que se despliega y organiza tramas terroristas desde Qatar a Teherán, Israel, Turquía y la invisible CIA. Tienen el alma llena de escorpiones, y como afirmaba el rey Lear, inspirado por Shakespeare, es un mal de éste mundo que los locos guíen a los ciegos, voten o no voten en las urnas de una nación infiltrada por diecisiete mafias.

Lo escribo sin temer, sin prudencia, sin estar sordo, me pueden seguir reventando ruedas y acosando a nuestros digitales, me importa un bledo o lo que usted está pensando. Denunciar una crisis ética que dinamita países como el nuestro, es un oficio arriesgado, pero duermo en un sueño. En una democracia de vanguardia.

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