El ex responsable económico de Vox Asturias destapa la cara oculta y fraudulenta del partido

Amenazas, traiciones, nepotismo, dinero opaco…

Opinion 23/08/2021 AD
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 Mi nombre es Fernando Fernández de la Pradilla, y fuí el asesor de medios económicos del Grupo Parlamentario Vox Asturias.

En enero de 2020 acudí a la sede de Vox en Oviedo para hablar con el coordinador que meses antes había impuesto por sorpresa Madrid, con el fin de que todo lo referente y acontecido en el Grupo Parlamentario en el Principado pasara por sus manos.

Pese a que hablábamos a diario por teléfono, en aquel monento la situación era límite, como así le expuse a Juan Castilla Rilo en una conversación de más de media hora en su despacho.

Vox Asturias recibía una cuantiosa subvención con periodicidad trimestral del Principado, al haber conformado Grupo Parlamentario (pese a no tener derecho a ello, se llegó a un acuerdo con Izquierda Unida y Foro Asturias, se ve que el dinero une y pone de acuerdo de manera casi mágica a partidos que son oponentes políticos).

Yo estaba contratado a media jornada, pero mis horarios de trabajo terminaban todos los días a altas horas de la madrugada; fue por ello que, después de meses trabajando sin descanso para los diputados Ignacio Blanco y Sara Rouco, le pedí al coordinador, durante aquella entrevista en su despacho, más medios humanos.

Lo hice por dos motivos: el primero era que si queríamos competir con el Partido Popular, era urgente contar con un equipo profesional más amplio, y por otra parte, después de haber trabajado en los presupuestos generales del Principado de Asturias durante fines de semana, sin descanso y casi sin dormir, estaba agotado y al límite de lo humanamente posible.

La respuesta del coordinador a mi petición fue un ‘no’ rotundo, acompañado de un comentario acerca de que si no me interesaba el trabajo, que avisara con tiempo, pues había mucha gente haciendo cola y queriendo mi puesto.

Cabe decir que este señor, Juan Castilla Rilo, que fue colocado como coordinador de Asturias por Madrid, carecía de experiencia política alguna. Durante las muchas sesiones plenarias en el parlamento asturiano a las que asistí junto con el coordinador, era habitual que me preguntara quién era tal o cual diputado, y a qué partido político pertenecía, llegando incluso a tener que elaborar un amplio dossier sobre cada uno de los diputados de la Junta General, así como de los altos cargos, para su estudio por parte del coordinador.

Evidentemente este señor no estaba contratado a media jornada como yo lo estaba, ni tenía un salario que se pueda considerar bajo, pues superaba ampliamente los 5.000 euros brutos al mes.

Aquel día salí de allí con la sensación de que algo extraño estaba sucediendo, pues no era normal tener aquellos cuantiosos medios económicos y no utilizarlos, máxime cuando el coordinador no tuvo ningún inconveniente, dos semanas antes, de comprar varios equipos informáticos, mobiliario, (inluido un sillón de dirección de color blanco para él mismo), y hasta un proyector para la sede de Vox en Oviedo. Ese material se destinó a un amplio espacio de aquella sede y nunca fue utilizado, pese a que una empresa de servicios lo instaló y lo dotó de todos los programas necesarios.

En las interminables reuniones del equipo de trabajo del Grupo Parlamentario, que como mínimo eran dos a la semana, nos reuníamos la jefa de prensa, las abogadas del partido, la secretaria de la sede en la Junta General, la responsable de redes, los dos diputados, el coordinador y yo, en una gran mesa al lado de aquellos equipos informáticos y bajo un gran proyector que jamás en mi presencia se llegó siquiera a encender.

Por otra parte, siempre sospeché que Ignacio Blanco era un submarino del PP. Recordemos que tanto él como Sara Rouco venían de ese partido, y es precisamente a ese partido al que más han beneficiado con sus decisiones, dinamitando, dividiendo y enfrentando a todos en Vox Asturias, que bajo la dirección de Rodolfo Espina era una balsa de aceite; y en los meses que lleva al frente Ignacio Blanco, es un polvorín decadente, que bien podría denominarse sucursal o marca blanca del Partido Popular de Asturias de Teresa Mallada.

Alguien como Teresa Mallada, la número 1 del PP, que estaba en horas bajas en el momento en el que le estaba pidiendo más medios al coordinador, se ha erigido en la principal figura de la oposición, ridiculizando al señor Ignacio Blanco, conocido por sus escasas y deficientes capacidades oratorias, no ya digamos capacidad de debatir sin papeles escritos por sus asesores, y por montar circos en la Junta General, como colocarse una montera picona o ser expulsado de un pleno por no conocer ni respetar el reglamento de la cámara.

Todo ello podría quedar en una anécdota de no ser que bajo las órdenes de Ignacio Blanco y el coordinador Juan Castilla Rilo, Vox haya votado en el Ayuntamiento de Gijón, junto con el PSOE, los comunistas de IU y Unidas Podemos, eliminar la Comandancia de la Guardia Civil, un referente histórico en la ciudad, y que a buen seguro contribuirá a hacer que esa bella villa sea más insegura y que aumenten las tasas de delincuencia, dejando desprotegidos a los gijoneses, muchos de los cuales ya se arrepienten públicamene de haber votado a Vox.

Por cierto, el portavoz y cabeza de lista de Vox en Gijón, Eladio de la Concha, también venía del Partido Popular, donde no era más que un descarte cada vez que había unas elecciones en la alcaldía, y eso pese a estar ya próximo a su edad de jubilación.

Pero volvamos a aquellas reuniones del Grupo Parlamentario en las que Juan Castilla mandaba por encima de los diputados Sara Rouco e Ignacio Blanco, corrigiéndolos cuando algo no era de su agrado, como por ejemplo algún tema de trabajo como iniciativas políticas, interpelaciones o incluso las preguntas que se harían en el próximo pleno al presidente del Principado.

Pero lo más grave sucedió a finales de ese mes de enero: en una reunión de trabajo a la que no acudieron ninguno de los dos diputados, Juan Castilla Rilo, coordinador de Vox Asturias, amenazó a los allí presentes, entre los que me incluyo, con que cualquier información que se filtrara al por entonces presidente regional del partido, Rodolfo Espina, tendría graves consecuencias.

Fui amenazado verbalmente por el coordinador. Me dijo que cualquier tema en el que estuviera trabajando el Grupo Parlamentario, cualquier detalle sobre cualquier asunto del día a día, por irrelevante que fuese, de ser conocido por el presidente de Vox Asturias, tendría como castigo la expulsión del equipo de trabajo del Grupo Parlamentario, pues “ya me encargaré de saber quién lo ha filtrado”, y “estad seguros que antes o después me voy a enterar”.

Mientras Juan Castilla Rilo, todavía coordinador a día de hoy decía esto, nuestro presidente Rodolfo Espina Gutiérrez se encontraba trabajando en su despacho, a escasos diez metros de donde los miembros del equipo de trabajo del Grupo Parlamentario recibimos esta amenaza verbal.

 Sara Álvarez Rouco, Rodolfo Espina, Ignacio Blanco y Juan Castilla.
Tan solo dos días después, el señor Castilla me envió un mensaje y me dijo que, llegado el momento, el partido en Madrid valoraría mucho que se eligiera la opción correcta, y que “no se puede estar entre dos aguas, hay que saber elegir”.

Quiero hacer constar que, además, Rodolfo Espina era el único miembro directivo de Vox que jamás cobró ni un solo euro, ya que estaba jubilado, y por lo tanto no tenía nómina alguna. Quizás el único error de Rodolfo durante su etapa al frente de Vox en Asturias fue su generosidad, cediendo su puesto en las listas (Santiago Abascal le llamó por teléfono para saber en qué puesto quería ir y Rodolfo dijo que en ninguno, ya que prefería dar paso a los más jóvenes), y confiar en una piara de cargos venidos al calor de las expectativas electorales que tiempo después le apuñalarían tal que al César en una traición política tan deleznable como vergonzante.

Por cierto, muchos más jóvenes, pero no más preparados, pues la experiencia de Rodolfo siempre se hizo notar y mucho.

Por otra parte, el importe de la nómina del coordinador Juan Castilla Rilo, psicólogo de profesión y sin ninguna experiencia ni conocimientos de política, supone un insulto a la inteligencia y a los miles de jóvenes asturianos que son mileuristas, y eso con suerte si no se han tenido que ir ya de Asturias a buscarse un trabajo fuera. En eso se ha convertido Vox de la mano de Ignacio Blanco, su nuevo y flamante presidente y esa era la “profesionalización” que este señor que gusta de acumular cargos nos vendía en la campaña.

Su profesionalización ha consistido en destruir un partido como Vox Asturias, y en pasar de tener un presidente serio y respetado hasta por los adversarios políticos, a ser el hazmerreir de la junta General, en haber perdido 2 de cada 3 afiliados, en suspender actos a última hora porque no acude nadie, en expulsar a miembros históricos del partido como Manuel Cristóbal, en insultar a los medios de prensa del Principado como La Nueva España (existe un twit pese a que él lo borró), y ya lo último, en votar con la izquierda y los enemigos de España para que se vaya la Guardia Civil.

Pero todavía hay más, porque las expectativas electorales de Vox en Asturias son casi nulas, con una pérdida de votos a favor del PP que es el gran beneficiado del desastre electoral, con un diputado nacional (conseguido gracias al mucho trabajo del anterior presidente Rodolfo Espina), que si hoy hubiese elecciones no saldría elegido, con  concejales muchos de los cuales se irán a su casa porque no les van a votar, y en definitiva, con los sueños truncados de algo que podía haber sido y que no es debido a la mala gestión y a la mala elección de unas personas que parecen más interesadas en mantener sus puestos y sus nóminas que en salir a la calle a trabajar por la gente que les votó.

El señor Ignacio Blanco es diputado en la Junta General sin dedicación exclusiva, es decir, no tiene dedicación plena, cosa que le han afeado el resto de partidos políticos. También es portavoz del Grupo Parlamentario, por lo que cobra un complemento, y por si fuera poco ostenta el cargo de presidente del partido en Asturias, y eso sin tener tiempo ni siquiera para el primero de los puestos que ocupa.

La dirección nacional de Vox, o lo que queda de ella, pues parece que mandan cada vez menos, si tuvieran vergüenza y un mínimo de criterio, hace tiempo que hubieran mandado a este señor a su casa, en lugar de promover y permitir, por acción u omisión, una traición política en Asturias que deja corta la historia de Roma y sus emperadores.

En el juego de los puestos de Vox Asturias pronto no habrá sillas para todos, y ahí comenzarán de nuevo a hacer eso que llaman política, pero que en realidad no es otra cosa que empujarse los unos a los otros por los restos de lo que antaño era un partido fuerte y en progresión.

En Madrid tienen lo que sembraron, prescindiendo de alguien de la talla de Rodolfo Espina, que no han tardado en venir a buscarlo de otras opciones políticas, pues hombres así de honestos y trabajadores por el bien común de España no suelen abundar.

Sé que es muy difícil que el resto de miembros ratifiquen esto que estoy afirmando, y lo es porque a día de hoy continúan trabajando para el coordinador en sus mismos puestos, y bajo las órdenes del nuevo presidente Ignacio Blanco Urízar. Pero puedo demostrar fehacientemente todo lo que afirmo hoy aquí.

Poco después de estos lamentables hechos comencé a sospechar a cerca del fin al que dedica Vox Asturias el dinero que recibe como Grupo Parlamentario de los impuestos de todos los asturianos. He llegado a una conclusión que me disgusta y considero urgente una auditoría para esclarecer a donde y a que se destinan esos fondos.

Vox siempre se ha jactado de querer eliminar las autonomías, pero recibe cuantiosos fondos de muchas de ellas, y al menos en Asturias no se están dedicando esos recursos a capital humano dentro del Principado como sería lógico.

Una vez más vemos como un partido político que venía a cambiarlo todo, una vez entra en las instituciones y recibe dinero público pasa a formar parte de la partitocracia, algo muy diferente de lo que debiera ser una democracia.
Vox debe dar explicaciones a todos los Españoles de a que o a dónde destinan esos fondos y si se han transferido a otras cuentas del partido y con qué fin.

Continué trabajando para el Grupo Parlamentario durante un tiempo, no sin antes advertir al presidente Rodolfo Espina de estos graves hechos. Durante la pandemia dimití de mi puesto como asesor económico y le hice llegar la carta con mi renuncia al presidente del Parlamento Asturiano, Marcelino Marcos Sinde.

En el mes de septiembre, Ignacio Blanco Urízar, apoyado en cubiertamente por el coordinador Juan Castilla Rilo y por la dirección nacional de Vox, se presentó a las elecciones al CEP. Todos los afiliados quedaron extrañados de que la candidatura de una persona tan querida como el presidente Rodolfo Espina, no hubiera siquiera alcanzado el número de avales necesario para poder optar al proceso electoral.

Ni qué decir tiene que las elecciones al CEP fueron telemáticas en toda España, con multitud de denuncias por supuestas irregularidades.


Cabe decir que Rodolfo Espina fue el artífice del éxito de Vox en Asturias, región en la que pasó de ser una partido marginal y completamente desconocido a tener un diputado en el Congreso, dos parlamentarios regionales y concejales en los municipios más importantes de Asturias, entre ellos Gijón y Oviedo.

Cada vez que Santiago Abascal o algún dirigente del partido venía de visita por Asturias, era recibido por multitudes que siempre les acompañaban en sus actos. Otro de los grandes logros de Ignacio Blanco fue mandar a la concejal de Vox Laura Hurlé a cerrar la sede de Gijón, en la que había una inscripción con la fecha y un texto de la visita e inauguración de dicha sede por Rodolfo Espina y Santiago Abascal. Desde luego, a inútiles no les gana nadie a los nuevos dirigentes de Vox en Gijón, que obedecen al actual presidente ya sea para votar con el PSOE, ya sea para cerrar una sede que era historia viva de lo que aún queda de Vox (cada día menos).

Sorprende también la traición política de todos esos cargos electos que apoyaron al inicio del proceso electoral la candidatura de Ignacio Blanco, quien sabe si presionados por Madrid o por el coordinador o por ambos.

Inmediatamente después de conocer que Ignacio Blanco Urízar sería el nuevo presidente, se produjo una cascada de cientos y cientos de bajas de militantes en Vox Asturias ,que no ha cesado hasta el día de hoy.

Cabe recordar que el señor Blanco obtuvo en el Principado los peores resultados de todos los candidatos que se presentaron a elecciones por Vox en Asturias, con una diferencia abrumadora en su contra de casi el doble con respecto al siguiente. Orejas y rabo.

En los meses que lleva de presidente Ignacio Blanco, Vox Asturias ha pasado de tener más de 1.500 afiliados a menos de 500 si contamos aquellos que pagan regularmente sus cuotas. Así mismo Vox Asturias ha pasado de ser un partido que reunía a cientos de personas en actos multitudinarios, a un esperpento en el que 4 ó 5 cargos se fotografían a ellos mismos en supuestos actos, sin ningún afiliado ni simpatizante.

Hoy, tanto Rodolfo Espina como yo, gracias a la oportunidad que nos ha brindado un hombre comprometido con el futuro de España como es Alfonso Galdón, presidente nacional de Valores, formamos parte de su Junta Ejecutiva nacional, donde hemos encontrado una ventana de libertad y una oportunidad real de hacer política de verdad y con mayúsculas para todos los españoles y para todos los asturianos, Valores antepone los principios, la familia y la cultura cristiana frente a proyectos que han traicionado sus orígenes y han decepcionado a millones de españoles, como ha sido el caso de Vox, un partido que se está descomponiendo en toda España y que ha dejado huérfanas de esperanza a cientos de miles de personas que se sienten decepcionadas y engañadas.

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