Somo seres narrativos o lo hemos sido, hasta que las llamas han quemado 250.000 hectáreas, matado seres vivos y no hemos podido hacer frente a las llamas alimentadas por la incompetencia en un país en el que la improvisación se hace efectiva en todas las áreas del poder humano e inhumano, y además no llueve como si los fantasmas y los gafes universales se dieran cita en la Península Ibérica, lado español.

Pero necesitamos un relato casi para todo, para saber quienes somos, para entender en alguna medida dónde estamos y sobre todo para conocer en profundidad al ser humano que nos escolta, a veces camuflado en manifestaciones opacas, e ingeniarnos que vamos hacer con los días que nos quedan por vivir. Los relatos son conflictivos, a nivel personal y colectivo, a veces no lo tenemos y surge el rencor que en el área femenino mata mejor, es la hembra, desde EVA.

Hasta un escritor de la talla internacional como es nuestro paisano Arturo Pérez-Reverte, que suele tentarse el habito cuando relata, escribía ayer con dureza que «hoy no seré ecuánime. Estoy encolerizado, y como la reparación es imposible, me gustaría al menos conseguir la venganza, ver a esos golfos y analfabetos de distintas ideologías sentados ante un Tribunal, con pinganillos para traducción simultánea en todas las lenguas de España, incluidas el bable, la fabla y el panocho murciano».

Nuestra chusma gobernante ha abierto sus manos de par en par y las comunidades autónomas han entrado en proceso corrosivo que sigue creciendo implacable, desde los precios hasta la sanidad, pero la peor pandemia, de siglos, es la falta de cultura de un pueblo que eleva los sanfermines a mito salvaje o no se rebela porque los medios de comunicación del Estado y los privados subvencionados, han impuesto una mordaza de información a cambios de espectáculos groseros, ordinarios y braguetas.

Siento como vergüenza ajena viendo y oyendo al veterano Matías Prats, en Antena 3 Fin de Semana, dando un chorro de noticias de sangre y robaperas, porque los sucesos de violencia es el maná de la audiencia, pero lo más serio es que son las mujeres de los medios, las más enseñando el colmillo retorcido de las noticias y esas tertulias mañaneras de ordinarieces a mogollón.

 «Cuando la cultura española de los siglos de oro, brillaba universalmente, nuestro país era una nación, Velázquez el mejor. Hoy nos arrastramos en la vulgaridad populista. Nuestro colega Cano Vera leyendo un libro sobre el pintor que asombró al mundo, escrito por Milagros Heredero, articulista de este digital»
Ya solo me permito, en las televisiones, seguir los programas de Jesús Calleja, en BE MAD, un compendio de sencillez, fraternidad y calidad humana, de abrazos e información arrolladora. También, en la 2tve a Jordi Hurtado con 25 años de éxitos con calidad cultural, templanza y saber estar. Y finalmente el espacio de Pasa Palabra, de la 3TV, un compendio de altura lingüística, entretenimiento y competencia digna entre los protagonistas, elegantes competidores y dirección perfecta de Leal, un profesional moderno que sabe estar en su sitio sin derivas agrias.

Un baño de cultura y de potencialidad del idioma español que recibe disparos desde las filas populistas que apoyan al separatismo desertor, ese español que no se llama castellano en una larga veintena de naciones iberoamericanas.

Ahora me voy lejos, a otro trozo global, a descansar de tanta fatiga mental, tanto rencor acumulado y a buscar estrellas, allá en el RIF, en un pueblecito de quinientos habitantes, que me vio crecer, esa gente que cuando te dice que te ama no te apuñala por la espalda, fingiendo locura, eres familia, no aquelarre de una mala uva concentrada. También hablan español, pero se quejan del olvido de la vieja España que solo le da fútbol, no ideas para lograr la libertad. Son libres, yo con ellos, lo sentiré en unos días. Oxigeno puro y altura espiritual desde Midar a Xauen, paso a paso, lejos de Annual, de aquel julio de desastre militar y político de dirigentes canallas.

EPÍLOGO.- Hoy se celebra el día de la locura global, nacional, regional, local y hasta familiar, en el que el destrozo emocional es más fuerte en el sector femenino. Actualmente, casi el cincuenta por ciento de las personas ingresadas en los hospitales psiquiátrico padecen esquizofrenia, después de pasar por crisis de ansiedad, doble personalidad, androfobia y esa paranoia que nos amenaza la retaguardia, la que se desgarra en el hogar los afectos más íntimos, hasta el rencor como arma de destrucción, como un rayo rompedor.

Hoy martes se celebra el DÍA INTERNACIONAL de la esquizofrenia que en nuestro país afecta casi a un millón de seres humanos, incluidos políticos. Un Setenta y dos por ciento de afectados lo ocultan por miedo al rechazo, pero los expertos implicados en el abordaje de la enfermedad inciden en la importancia de romper con los estigmas asociados a los trastornos mentales y en particular a esta patología, cuyo origen se determina durante el desarrollo fetal, por lo que se intuye un proceso genético.

Su tratamiento es difícil, largo y penoso, sin embargo, la sanidad española ha anunciado que financiará BYANNLI, de Jansen, el único fármaco inyectable que se administra dos veces al año. Solo un rayo de esperanza, que podíamos recomendar a los talibanes del odio que han convertido a sus mujeres no solo en esclavas sexuales, sino materia, sin que el feminismo radical español, mueva un músculo. Opino que la esquizofrenia no es solo un mal cruel –conozco algún caso– sino también, una conducta, un modo de vida social que en estos años se ha convertido en una pandemia silenciosa.

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