Antonio Navarro Tacoronte, el mediador que da nombre a la trama de presuntas mordidas, grababa hasta las conversaciones cotidianas con su mujer. Condenado en el pasado por estafa, robo con fuerza y con violencia, falsedades de distinto tipo y hasta abandono de familia, tuvo un golpe de suerte cuando en la puerta de un restaurante en Valencia dio charla a dos hombres que fumaban habanos. «Qué bien huele», comentó. Los puros eran canarios. «Anda, como yo».

Eran el general de división de la Guardia Civil y anterior jefe de la Comandancia de Canarias, Francisco Espinosa; y un empresario especializado en tecnología de drones, José Esteve, en una pausa para fumar durante un almuerzo. Ya se debía ver en racha, con eso de hacer contactos.

Resulta que a Berni, Juan Bernardo Fuentes Curbelo, conocido suyo de la infancia, le habían hecho director general de Ganadería en Canarias. Al darle la enhorabuena, él le había abierto las puertas de su vida, que, desde ese momento, se desarrollaría desde una posición de poder.

Tercer golpe de fortuna: la renuncia de una diputada en el Congreso ha corrido el turno. Berni progresa a un escaño en Madrid y, por alguna razón aún sin explicar, su sobrino, Taishet Fuentes, hereda el cargo público en la dirección general. «Empecé a trabajar con los dos», diría luego ante una juez. Corría el año 2020.

Así nació la figura del mediador, un hombre relativamente conocido en Canarias más por sus alardes que por sus antecedentes penales, que veía una oportunidad de ganar dinero haciendo de enlace entre sus nuevos o viejos amigos poderosos y los empresarios que a través de ellos creyeran que se podrían beneficiar.

Porque ese es el gran cabo suelto tras un año de investigación en el Juzgado de Instrucción número 4 de Santa Cruz de Tenerife: se da ya por esclarecido que hubo media docena de empresarios que pusieron dinero, pero falta afinar a qué bolsillo y de qué manera viajaron los billetes y sobre todo, a cambio de qué.

Ellos sostienen, como destapó este diario, que todo fue una estafa. El sumario revela que ya lo creían antes de acabar imputados por cohecho -entre otros delitos- porque Navarro también les grababa a ellos. Los tres más señalados acabaron tarifando: le pedían que les devolviese el dinero porque no estaba dando resultado alguno.

«Con el pan de mis hijos no se juega», le llegaría a decir uno. «Me has engañado», comentó otro. Un tercero, «el que más pasta puso» para esas cosas de la influencia -viajes, estancias hoteleras, excursiones al Congreso de los Diputados y la Comandancia de la Guardia Civil, dinero en efectivo (se sospecha), donaciones a una asociación de fútbol, clubes de alterne y prostitución-, estuvo varias veces a punto de rendirse. «Con dos cojones, como los toros» le dijo el mediador, salvando por un momento la papeleta. Pero la suerte se iba agotando.

La confesión: de la Sala 13 al Mediador
 Navarro en un calabozo y su detención prorrogada 48 horas. Un tercero denuncia que se ha gastado más de 2.500 euros de su tarjeta en El Corte Inglés y con pagos que él no había autorizado. Contra las cuerdas, hace alarde de lo que, a la luz de la causa, se le da mejor hacer: cambiar de tema.

Salpica al denunciante en lo que parece un delito con la Administración y acaba declarando sobre una trama de corrupción que trasciende esa denuncia por estafa y que da de lleno a un diputado y un alto cargo en las islas. Pone sus dos móviles (más de 30.000 grabaciones de audio, 107.000 fotografías, 2.300 documentos) sobre la mesa como prueba.

En ese momento, Navarro pasó de ser el objetivo de una investigación bautizada como Sala 13, el nombre del calabozo donde estuvo encerrado tras su detención, a convertirse en protagonista voluntario de una historia diferente. Él mismo dio el nombre a los agentes. Tendría que llamarse caso Mediador.

El Tito Berni: del Congreso al prostíbulo
El «circo», en palabras de Tacoronte, estaba codirigido por Juan Bernardo Fuentes Curbelo, a quien la juez señala como líder de la rama política de la presunta organización. Sin él, no habría sido posible, apuntan los investigadores. «Se prestaba a todo», completa la magistrada. Habría aprovechado su condición de diputado para seducir a empresarios dispuestos a pagar por su influencia.

La «línea de partida para ganarse su confianza» era una visita guiada por las zonas restringidas del Congreso de los Diputados-foto por aquí, foto por allá-. A la que seguían comilonas, juergas hasta altas horas de la madrugada que culminaban, en ocasiones, con una visita al club Sombras, un prostíbulo de la capital. «Entre 3.000 y 3.500 euros de media la noche».

Se investiga si a cambio «pudo haber procurado la ventaja o adjudicación en la resolución de diversos contratos». En algún momento, se saltó al mediador: constaban mensajes directos con algunos empresarios investigados. Incluso a uno, en lenguaje clave, le habría pedido mil euros, «un bolígrafo».

Papa y el 'chocho volador': viajes, puros y vodka
Francisco Espinosa, alias 'Papá' era general de división de la Guardia Civil y es el único de los investigados que se encuentra en prisión provisional bajo la sospecha de ser el presunto cabecilla de la rama empresarial de la trama.

Esencial por sus contactos y en busca de una jubilación mejor, habría cobrado comisiones y se investiga si a cambio, intercedió en al menos cuatro contratos públicos valorados en más de 260.000 euros de fondos europeos para los países del Cuerno de África, cuando dirigía un proyecto en el Sahel.

«Su participación no era desinteresada», acusó el mediador. La investigación ha podido acreditar viajes de placer sufragados por terceros, regalos como puros, quesos, una botella de vodka y una tarjeta prepago a cargo del «empresario que le tocara». En su domcilio, los agentes encontraron más de 60.000 euros en efectivo ocultos en una caja de zapatos, en un bolso y en un armario.

Fue Espinosa quien habría maniobrado, aunque sin éxito, para que la trama contratara a una conocida suya. La llamaban 'chocho volador'.

'Tai' Fuentes: Archivo de sanciones y «meretrices»
Desde su posición de director general de Ganadería, cargo que heredó de su propio tío- el ya exdiptado del PSOE Fuentes Curbelo- Taishet Fuentes tenía acceso a todos los expedientes sancionadores a granjas de las islas. Los investigadores sospechan que seleccionaba a empresarios en apuros a los que después captaba el mediador, Navarro Tacoronte, bajo la promesa de lograr el archivo de las multas.

Además, «mandaban al Seprona», llegó a confesar el conseguidor. Primero, les generaban un problema y después se les ofrecía ayuda a cambio de dinero. El sumario revela su inclinación por los servicios de prostitución, con fotografías y mensajes -«Baja, que están tremendas»- que apuntan incluso al envío de un 'catálogo de meretrices' para elegir una.

De esta manera 'Tito Berni', 'Tai' 'Papá', y el 'mediador', se habrían dejado querer por ganaderos en apuros o empresarios como 'Pepe el Drones', o 'el Curilla'. Las mordidas se habrían blanqueado después con la ayuda de un presunto testaferro que fabricaba facturas falsas con las que justificar los 5.000 euros de peaje que todos los empresarios debían pagar a través del club de fútbol juvenil, propiedad de Fuentes Curbelo.

Ese supuesto testaferro también acabó amagando con denunciar al mediador. Habla de estafa.

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