A no tardar mucho, nuestros grandes estadistas cortijeros, se llevarán, dentro de sus ordenanzas de lo que afanaren y requisare, la parte del león económica del importe de vallar todo el Mar Menor Muerto, tal y como lo tiene previsto que se haga la ley que regula los espacios contaminados con productos peligrosos para la salud.

No, tranquilos, ni de momento se va a vallar ni el  ayuntamiento de Cartagena, ni el palacio sede del Lorzas y su tripulación de las sonrisas perpetuas, hasta que los cesan, aunque cumplan todos y cada uno de los casos de contaminación social pestosa y nociva para la salud normal de una sociedad, que, entre otras muchas cosas,  la murciana hace tiempo que dejó atrás lo de ser una sociedad gregaria y es una manada social con obediencia a lo que indique entre aspavientos de alta rentabilidad económica, la bendición apostólica de su santidad de las varias sectas.

Mientras hablamos del Mar Menor Muerto, de un cadáver apestante que huele a nivel mundial, pero que, en el fondo, ni preocupa al elenco murciano, y muchos menos al cartagenero, nuestros grandes estadistas y amados políticos, pueden corretear con los importes de los presupuestos de un desfalco a otro, y nadie, absolutamente nadie entra en cuenta de que el gasto de la cortijá murciana, como no tiene control alguno, está sirviendo para ascender a dos o tres “asesores de inversión”, que cuando van al Caribe o Centro América a negociar condiciones, procuran que no les de el sol tropical, y lo hacen todo en la habitación de los hoteles, todo, todo, todo.

Y siguiendo en la línea de la gran sociedad que hemos gestado entre todos fronteras de la cortijá hacia adentro, resulta que el Lorzas y su tripulación, VEN DELITO EN LOS VERTIDOS de mierda al Mar Menor, que se iba a acabar con los millones y millones gastados y perdidos en los tanques de tormenta; y ni cortos ni perezosos, van y lo denuncian en la Fiscalía Murciana, porque la de Ulán Bator está cerrada por vacaciones, que era donde pensaban llevar la denuncia; Total.

Ahora bien, si el propio gobierno del Lorzas y su tripulación entienden que hay delito en los VERTIDOS y por eso proceden, aguantándose la risa, en hacer espectáculo, el resto de los distintos poderes que estamos alimentando en la Cortijá sin que les falte de naíca, qué cojones es lo que están viendo. ¿La consejería de medio ambiente, las concejalías, las vigilancias rambleras, las policías, los poderes judiciales, qué ven?¿Aportaciones de colonias vegetales y animales de los purines?

El caso es que todos, absolutamente todos los partidos que pululan por la ribera del Mar Menor Muerto contaminado sin vallar todavía, están como buitres al acecho viendo el modo y manera de cómo le podrían sacar provecho en votos al desastre ecológico que, en realidad ahora y treinta años de antes les ha importado un pijo tres cuartos, por muy serios que se pongan.

No sé si seguiré escribiendo acerca del Mar Menor Muerto y seguir haciéndole el caldo gordo a las uñetás económicas que nuestros eficientes y amados políticos le están haciendo, por “cuestiones de urgencia” al dinero público. Y también espero no volver a cabrearme por el Mar Menor Muerto, porque está así porque le interesa que esté a un puñadico de comemieldas, que ya se han forrado, y lo que te rondaré morena.

Como por suerte soy poeta, tengo el precioso deshago de la poesía. Y a los asesinos del Mar Menor y a los que esperan expectativas políticas y económicas al descuido, ¡¡que les vayan dando!!.

DOS MARES

Una, La Mar Chica
por Nador,
por Marruecos,
la otra,
por Cartagena.

El Mar Menor,
ayer mismo
¿fue ayer?
las dos mares
en mi recuerdo de distancia,
de infancia,
se confunden,
la una y la otra;
las dos:
La Mar Chica
y El Mar Menor.

Una, La Mar Chica,
Meca quita hambres
y remiendos a las velas
de los pescadores
del Mar Menor
de tiempos de otrora
de altar y dictador.
Y en la Mar Menor:
remo, remo,
jopo menguado,
remiendo en la piel
y en la red;
cartucho de dinamita
para la pesca.

Sol,
mucho sol,
malo el sol,
malo el frío,
y por allá,
por la lejana entonces,
Mar Chica,
por Marruecos,
por Nador,
el remo se hacía palanca,
para la vida,
para la pesca,
la ciencia,
y el ronroneo dulce
de un motor
lo señalaba.

Dos mares por mi infancia,
en mi fondo,
por aquellos tiempos;
dos mundos
de más o menos remiendos,
pero dos.
Uno para asolarlo y liquidarlo
porque lo digo yo que mando,
y ganamos la guerra,
el otro,
vigilado y cuidado
por la ciencia.

Salud y felicidad sin covid