Los hechos, como la crónica frailuna de pura catequesis que nos hipoteca, y nos conduce por territorios donde impera la mentira que pretende, que no es poco, que las ascuas asen sus sardinas y las demás, las nuestras, se queden crudas e incomestibles.

Y los hechos frailunos que exponen gentecilla al servicio propio, caso del ayuntamiento actual cartaginés, que acaba de vender como un triunfo social que los paisanos españoles nos dejemos estafar por los márgenes tremendos en favor de las empresas gaseras de EE.UU., anulado el gas natural muchísimo más barato que procedente de Argelia por gaseoducto llegaba a Escombreras, y se distribuía por toda España.

Ahora, gracias al ayuntamiento de Cartagena, que anula de un plumazo lo que nos costó millones construir, nos engañan con noticias de que se van a crear muchos puestos de trabajo, según una mentira con demasiado dolo social para dejarla pasar por alto. Y todo gracias a ser Cartagena una ciudad privilegiada de la democrática y pacífica Otan.

Hubo un rey, que se llamó Suintila, que gobernó la Ibérica durante el año 621 al 631 en la cuenta del tiempo que les salió de sus sedosas sotanas a los curas enumerar con un amplio desprecio hacia nuestro millonario origen y evolución, que cuando desde Valencia hasta Cádiz, aproximadamente, incluida Cartagena, se extendió en la Ibérica el denominado Imperio Bizantino, sus gentes vivían bajo el dominio de la nobleza y el clero, sin justicia ni voz ni voto real como ahora, el citado rey, que la crónica frailuna catequística ha obviado y apenas se ha estudiado, por no decir que está totalmente olvidado, que se enfrentó al clero y a la nobleza, y por tal enfrentamiento, como ganó todas las batallas, y lo mismo hizo venciendo a los Vascones que luchaban contra los Tarraconenses, fue después, al mejor estilo ladino clerical, traidoramente excomulgado y desposeído de todos sus bienes. 

Y el rey (no emérito) que fue considerado como el Príncipe de su pueblo, o el padre de los pobres, sirvió para que Isidoro de Sevilla, con tal acto de excomulgarlo, alcanzó la santidad en el IV concilio de Toledo del año del 633. E, inmediatamente, al mejor estilo español, pusieron los visigodos al mando de la Ibérica un rey francés (no era Borbón, pero igualico). 

Y si Suintila, aunque venció a los cartagineses y demás bizantinos, después las gentes llegaron a quererlo y respetarlo, los magnates (que parecido tan grande tiene la palabra magnate con mangante), por contrario, lo odiaban, juntamente con la mal llamada nobleza y el alto clero.

Aquellos cartagineses que les pilló con el paso cambiado cuando a puro cojón de mico los hicieron los curas bizantinos, siempre, históricamente han demostrado tener muchísima más dignidad de la que tenemos ahora. Y sabiendo que nos están arrebatando todo el presente y el futuro nuestro para entregárselo a las empresas de los EE.UU. desde unos estamentos incultos, mentirosos, que se creen que todos nos tragamos sus servilismos letales para nosotros y nuestros descendientes y el futuro social de la ciudad, nos quedamos tan tranquilos dentro de una apática corrupción social que nos va a costar muy cara.

El apenas conocido rey Suintila, porque la crónica que se publicita en España es aquella que le viene bien a la acaparadora sardina clerical, fue el primer mandatario que ha tenido la Ibérica que unificó por primera vez los reinos ibéricos, y no Isabelica de Castilla, a la que tanto admira el clero y el fascismo español.

A lo mejor porque son una misma cosa.

Salud y Felicidad sin Otan.

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