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Ciertos analistas del mundo de la sabiduría en andar “por casa” hablan de la New Age como credo burgués y facilón
Opinion 09 de enero de 2022 MARIANO GALIÁN TUDELAHa anochecido en Egipto. Se han marchado los turistas y, otros visitantes entran en la pirámide de Gizé. No se hacen fotos ante las esfinges ni recorren las diversas galerías . Buscan las oscuridades en cámaras mortuorias. Todo un ritual de la nueva ciencia, religiosidad o una mezcla entre interioridad personal y ciencia ficción.
Podríamos decir que anhelan un reencuentro consigo mismos. Allí, sumidos en hondas meditaciones, experimentan lo que ansiaban: fenómenos místicos auténticos. Más aún, empiezan a observar destellos de luces de colores, surgen voces de ultratumba y sienten en torno a sí el movimiento de energías sobrenaturales.
Para ello pagan unos 800 dólares por tres-cuatro horas de contacto con el mundo de los misterios, que los responsables del patrimonio egipcio les proporcionan de muy buena gana por un precio que nunca esperarían cobrar a los turistas vulgares que merodean , a su libre entender, lo que son capaces de alcanzar a ver y poder entender.
Existe cierto reportaje publicado por Herald Tribunede hace 25 años que ya hablaba de estos viajes místicos y que tal turismo iba cada día a más. Eran y son adeptos a la New Age, atraídos por las teorías de sus maestros, los cuales habían descubierto en los monumentos faraónicos lo que ha ido pasando inadvertido al mundo de los egiptólogos: una huella viva de “una ciencia sagrada y profunda que no estamos más que empezando a comprender”. El norteamericano John Anthony West, mistagogo de la Era de Acuario, que atribuía esa antigua y sana sabiduría escondida en las pirámides a una civilización perdida de misteriosos orígenes.
Tal civilización perdida no era, por supuesto, la de Keops, Kefrén y Micerinos, como podrían creer los pertenecientes a la ciencia vulgar. En las piedras, tesoros funerarios, diversas cerámicas, herramientas de los obreros y en todo lo descubierto en Gizé, los no iniciados no palpan más que vestigios de la cuarta dinastía, aproximadamente sobre el tercer milenio antes de Cristo. Pero la cuestión es ¿Puede el carbono 14 penetrar los enigmas de un sagrado y profundo saber? Raro me lo ponéis.
Nuestro mistagogo West nos desvelaba la datación de tales pirámides, mucho más antiguas de lo que imaginábamos. Daba por seguro que la erosión de la esfinge no se debía al viento ni a la arena, sino a inundaciones e intensísimas lluvias como las que se han registrado por aquellos lugares desde el 9000 a.C. Milenio más o menos, con otros dos amantes de la New Age, señalaban que las tres pirámides estaban alienadas con las estrellas de Orión, tal como aparecían en el firmamento hace unos 11.000 años. Luego…
Ciertos analistas del mundo de la sabiduría en andar “por casa” hablan de la New Age como credo burgués y facilón que, en principio se pide bien poco a sus fieles pero no es así, son exigentes, y tal vez por ello rinde tan generosos frutos de resplandores deslumbrantes. Por contraste, el mundo cristiano, al que su Iglesia no demanda abjurar de la arqueología o de cualquier otra ciencia profana, peregrinar a las pirámides ni acudir a capillas de pago, tiene vedado gustar los secretos de esotéricos saberes venidos de las constelaciones.
Mientras, acomodados occidentales y la hacienda egipcia sacan provecho de esta nueva religión que, sin mostrar especial predilección por los más necesitados ni encontrar la justicia social para los otros, como ven Ustedes ha hecho una opción preferencial por los crédulos.
Pero todo no queda aquí. Ante la falta de lecturas de calidad, reflexiones y tertulias con personas de altura intelectual , ahora, los nuevos dioses del saber para muchos españoles son “Sálvame de Luxe y Las islas de las tentaciones”. Todo un primor de literatura y de ensayos de altas cualidades donde desde este siglo de Oro y Platino se descubre el espíritu humano y sus alturas de miras.
Desde ahí, en ese entronque histórico de la sabiduría popular, también tenemos otro New Age con más energía y más guerrero. Lo de Egipto es cuento de niños para lo que hoy contemplamos. Aquí, según los tiempos, hay que reconvertirse cualquier gurú que se precie. Hay quien vende horóscopos, servicios de grafología, quien promete bienestar de las medicinas alternativas, o quien ofrece cursos de meditación o música relajante. A partir de finales de los 90 se aprecia un interés por lo oculto de nuevo, pero ha tomado vías diversas, radicadas en la tradición teosófica.
Empieza a resucitar, un despertar de una cultura laica anglosajona interesada por el esoterismo. Ya, el interés por lo oculto empieza a resurgir de nuevo. Ahora no estamos ante un movimiento sino ante una metanetwork, una gigantesca red de espacios comunes donde se encuentran los pertenecientes a networks informales diversas, unidas por el gusto de lo exótico y lo alternativo: desde los networks de los apasionados por las religiones orientales al de los llamados ecologistas profundos. Para todo ello hay que reconvertirse si se desea comer y vivir a lo grande.
Hemos pasado de las noches de las ultratumbas en las galerías faraónicas a los choppings en Internet, donde con un simple clic en internet, se pasa de un proveedor a otro del terciario esotérico. Pero esto no tiene nada que ver con lo que hemos palpando en pleno año 2022. Cuando se desea hacer llegar una marca al público casi se te regala y, con el tiempo, la echas de menos pero ya hay que amoquinar su costo.
A la New Age quizá le haya costado lo suyo desde que empezó pero a fecha de hoy tiene la vida resuelta. Las personas, por naturaleza, somos personas religiosas pero cada uno a su manera. Estamos en plena pandemia, individualismo del serio, muchos ladeados de cualquier religión, pero nuestra juventud anda buscando la paz interior, las relajación que no la encuentra por ningún lado ni se la ofrecen y he aquí que el pasado fin de semana había en Madrid una especie de “ejercicios espirituales relajantes” donde han acudido unos 200 de toda España.
La New Age ha sido quien la ha ofertado y parece ser que aún va más allá. Ahora sólo queda el negocio y la entrada a la lucha cultural y de las ideas del globalismo esotérico y de temas con más profundidades que anda haciendo ciscos a los que opinaban eran números uno en sus posicionamientos religiosos. De ello, si se puede, hablaremos la semana próxima.
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