Islas Baleares, Guadalajara, Sureste Español y otras zonas de nuestra querida España vamos observándolas cómo su apicultura sigue atravesando una situación in extremis, tanto por su gran labor hacia la propia naturaleza, hacia nosotros mismos, como la competencia existente de otras mieles a más bajos precios, provocando así un descenso en el consumo del producto nacional.

Posiblemente esto nos suene cuando podríamos hablar de naranjas, mandarinas, limones u otros grandes poderíos de las huertas y campos españoles frente a los productos que nos vienen del exterior, que sin haber pasado por sus aduanas de investigación alimentaria nos saltan “la vez”, a precios más baratos y dejándolas a las nuestras en nefastas precariedades. 

Los grandes expertos de la apicultura, los que viven al pie de las colmenas, personas sencillas y con altas miras, no sólo piensan en los resultados y beneficios que surten de tales colmenas, lo saben de sobra. Ellos tienen claro que a menor trabajo de las abejas, los humanos lo tenemos más que crudo.

Los apicultores nos siguen dando la voz agrietada alarmante que en los cinco últimos años la población de las abejas ha descendido  por desgracia algo más del 40%. Nadie le da importancia a tal situación y todo, cada año, sigue su curso mortal en menospreciar lo que la madre naturaleza desde su inicio nos ha regalado. Los graves ataques de ácaros como la varroa, el clima que anda de fiesta nocturnera y, el cierre de muchos panales familiares y diversas explotaciones, debido a la falta de viabilidad de las mismas, nos lo están poniendo bastante severo.

Si para España son importantes temas como el agua, centrales nucleares, agricultura-ganadería, transportes y pesca, unión de cuencas hidrográficas, etc, las abejas, el mundo de la apicultura sería de lleno uno de los temas cruciales e importantes que habría tener en cuenta. Hablando con algunos veterinarios de tales zonas me comentaban que, si esto no se toma en serio, más que a corto plazo, estaríamos ante la  muerte y desaparición de la apicultura a la vuelta de unos 20 años como máximo, y con ello, la nefasta situación del ser humano al desaparecer del mapa a las que mucho les debemos.

Esas damas a las que deberíamos revalorizar su gran reinado, muchas de ellas llamadas melíferas funcionan gracias a los apicultores de a pie, no olvidándonos que son las principales encargadas de polinizar los frutales de hueso. El objetivo de las mismas es que no sobreviven si los apicultores no les echan una mano y a causa de ello, tales colonias irían hacia su desaparición. Claramente, ni tenemos idea de lo que se nos puede venir encima.

He oído hablar que lo mismo, el mundo de los abejorros podrían hacer algo, pero este insecto, por lo visto, tiene menos rendimiento, mucho menos que el que nos dan nuestras queridas abejas. 

Más aún, estos días pasados he podido atravesar España y me he quedado de piedra al ver ya, en pleno enero la floración de los frutales de Cieza en Murcia. La Comunidad Valenciana tampoco se queda atrás. El caso de Valencia, concretamente, puede constituir el mayor ejemplo de la ruina de un sector por el claro desinterés y la falta de apoyo desde las administraciones regionales.

En el mundo de las Redes Sociales, hasta la fecha, no he visto ningún partido político nacional o regional que dé la cara sobre el tema y solo, de vez en cuando, sale a la palestra un científico para tirarnos de las orejas por el poco crédito que se le da a estas polinizadoras. 

Si nos fuésemos  a nuestra querida Extremadura observaríamos con cierto agrado que existen subvenciones y líneas de crédito ante tal situación. Pero sigo preguntándome si todo ello va en beneficio de seguir teniendo un subidón de abejas ante tal cultura del descarte por nuestra propia naturaleza. Los grandes ecologistas del país, esos que claman al cielo, no se les oye ni se les espera por ahora.

Opino que el mundo del fertilizante, en su momento, se mejoraba y reeducaba a agricultores ante tales situaciones. Ellos se mentalizaron, ya que venían de épocas atrás con las apariciones de millones de abejas muertas por culpa de un mal uso de tales productos venenosos. A nadie nos gustaría que nuestras abejas polinizadoras pasasen a “mejor vida” y fuesen una especie residual.

Otro tema a tener en cuenta, importante en sí sería apostar por una alta concienciación nacional, global para consumir miel. En nuestro país, por climas y tantos aspectos que se unen a ellos, hemos cosechado miel de la buena, de calidad excelente, y tendríamos que fomentar el consumo entre nuestras gentes. Es buena para la salud y ayuda a sus productores a sobrevivir. Por todo ello y por tantos otros temas alrededor del “Alma Rural”, los cuales son ninguneados desde las Administraciones,, una vez más no desean escuchar al mundo científico que es el que sabe y escucha los reclamos de nuestro planeta.

Ante ello pongan oídos ante el siguiente reclamo que nos viene haciendo escuchar desde hace meses para este próximo día 23 de Enero. Ahí va:

El próximo 23 de Enero más de un millón de personas nos manifestaremos en Madrid a las 11,00 de la mañana en la Plaza de San Juan de la Cruz hasta Atocha, con un recorrido de 4 kms. Tractores, caballos, carros con bueyes, cetrería. Caza. Mascotas y..mucho más por allí andaremos. “Hartos, Cansados y Olvidados” del Gobierno español. Habrá unos cuántos, supongo que más, los que llevaremos en nuestras intenciones el no olvidar  el mundo de la Apicultura y el futuro de la polinización.

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